Fleur no podía creer lo que estaba escuchando. Su abuelo, el anciano patriarca de la familia, siempre le había parecido un hombre excéntrico pero inofensivo. Jamás imaginó que fuera capaz de algo así.
Fleur: No te preocupes, Alberto Yo te ayudaré.
Fleur ideó un plan. Utilizaría su visita como excusa para sacar a su padre , Su plan se basaba en una mentira piadosa: se haría pasar por prima lejana de Alberto y solicitaría a los guardias y ella , Había organizado un viaje sorpresa para Alberto. Un destino desconocido, una aventura por descubrir.
Fleur se paró frente al imponente portón de hierro, sus manos temblaban ligeramente mientras agarraba los fríos barrotes. Detrás de ella, dos guardias la observaban con recelo, sus manos descansando sobre las culatas de sus pistolas. Ella tragó saliva con dificultad, el sabor metálico del miedo invadiendo su boca.
“Por favor,” suplicó, dirigiéndose al guardia de mayor edad, su voz apenas un susurro. “¿Puedo sacarlo un momento? Solo un ratito.”
El guardia la miró con dureza, sus ojos grises como el acero. “¿Sacarlo? ¿De qué hablas?”
Fleur señaló con el dedo hacia el interior del patio , indicándole que quería sacarlo
El otro guardia se acercó, su expresión aún más severa que la del primero. “Lo siento, señorita” dijo con voz firme. “Las normas son claras: no se permiten salidas y en voz baja dijo “ el esta prohibido sacarlo por su agresividad
Guardia 1 : está bien, pero solo por un momento, si se pasan de la hora lo buscaremos por todas partes
- Alberto y Fleur: gracias, le prometemos regresar a tiempo