La verdad oculta

La verdad oculta

Por: Camila Castaneda

Capitulo 14

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Fleur temblaba en su interior. Sabía que lo que estaba haciendo era peligroso , y que muy probablemente estaba cambiando las líneas temporales . Ambos estaban en una cabaña y Durante el día, habían disfrutado de la tranquilidad del lugar, conversando, riendo y compartiendo momentos Fleur saltaba de alegría por el jardín, sus pies descalzos rozando la suave hierba húmeda por la mañana. El sol brillaba Fleur observó la escena en silencio, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. La imagen de su padre, un hombre fuerte e imponente que siempre había sido un pilar de su vida, ahora se mostraba vulnerable, quebrado por una pena que ella no podía comprender.

De pronto, un torbellino de energía irrumpió en la escena. Era Fleur de pequeña, una niña de apenas cinco años con dos coletas que rebotaban con cada salto. Corrió hacia su padre, gritando “Papi, papi” con una alegría contagiosa que contrastaba con la tristeza que inundaba la habitación.

Alberto la miró, una sonrisa triste dibujándose en sus labios. Acarició su cabello castaño y la estrechó entre sus brazos, como si buscara en ella un consuelo que la carta no le podía dar. La carta, con su letra temblorosa y tinta borrosa, era una sentencia: una enfermedad grave lo aquejaba y el tiempo se agotaba.

Fleur, en su inocencia infantil, no comprendía el dolor que ensombrecía el rostro de su padre. Sus ojos grandes y brillantes, llenos de vida, no podían descifrar el lenguaje de la tristeza.

Fleur anidaba una profunda tristeza. Su padre se encontraba enfermo y ella no lo sabía Alberto nicolliti Sufría en silencio. No quería preocupar a nadie de su entorno ni cargarlo con sus propias penas .

Ahora todo tiene sentido, el había estado fingiendo una sonrisa ante la gente y simplemente Ocultaba sus lágrimas y se esforzaba por ser fuerte – dijo Fleur

Un día, mientras observaba a su padre fingir una sonrisa ante la gente, Fleur comprendió todo. “Ahora todo tiene sentido”, pensó con el corazón apesadumbrado. “Ha estado ocultando su dolor, esforzándose por ser fuerte para mí”.

En un instante, Fleur se vio de regreso en su presente, en su habitación pequeña con una cama, una mesita de noche y un mueble. Con un pequeño brinco, salió de la cama y bajó corriendo las escaleras. En el comedor, encontró a su padre trabajando en la computadora, concentrado en la lectura de algunos correos electrónicos. Se acercó a él con cautela y le preguntó:

Fleur: Papá, ¿estás bien? ¿Necesitas algo? ( Con el corazón apachurrado)

Alberto Nicolliti: No, Fleur, estoy…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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