Fleur se despertó con un sobresalto, se encontraba empapada de sudor en una pequeña habitación que no le resultaba familiar en absoluto. Un escalofrío recorrió su cuerpo al notar la frialdad del metal de la cama en la que se encontraba.
Y Mientras se encuentra Desorientada se sentó en la cama, tratando de recordar cómo había llegado hasta allí. Su mente era un torbellino de imágenes borrosas y sensaciones confusas.
Unas voces lejanas la sacaron de su ensimismamiento. Se levantó con cautela, sus pies descalzos pisando el frío suelo de madera. Se acercó sigilosamente a la puerta con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Se agachó y miró por el pequeño agujero de la cerradura. Lo que vio la dejó helada . Y un escalofrío recorrió su cuerpo y sus ojos se abrieron de golpe
En el interior, una mujer de mediana edad, de contextura robusta, se encontraba de pie frente a la puerta, con una bata azul celeste que cubría su cuerpo corpulento. Su rostro, curtido por el sol y el paso del tiempo, reflejaba una mezcla de cansancio y determinación.
Sus ojos, de un profundo color café avellana, brillaban con una luz tenue bajo las cejas pobladas y ligeramente arqueadas. Su cabello, entrecano y ondulado, estaba recogido en un moño desprolijo sobre la coronilla, dejando escapar algunos mechones rebeldes que enmarcaban su rostro curtido por la vida.
Fleur jadeaba, su corazón latía con fuerza en su pecho. Cerró los ojos con fuerza, tratando de calmar su respiración agitada. No podía creer lo que acababa de pasar. Todo había sucedido tan rápido. De repente, la puerta se abrió y la enfermera Doris entró en la habitación
“¿Dónde estoy?”, preguntó con tono de preocupación dirigiéndose a la enfermera Doris
-“Niña, no te preocupes”, dijo una voz suave. “Estás en un hospital. Te estamos cuidando porque te encontramos en unas cuevas”. – dijo la enfermera
Fleur frunció el ceño. “¿Cuevas? ¿Qué cuevas? No recuerdo nada”.
Fleur se quedo paralizada sentada en la cama, sin saber qué hacer. Estaba confundida y asustada, su corazón latía muy rápido como si se quisiera salir . La señora cerró la puerta con un suave clic, dejando a Fleur sumida en un silencio sepulcral. Un escalofrío recorrió su espina dorsal mientras observaba la habitación a su alrededor . Se dirigió hacia la puerta la Abrió con cuidado y asomó la cabeza . Un pasillo largo y oscuro se extendida ante ella
Al cabo de un rato la señora ya iba de nuevo a la habitación de Fleur . Y ella rápidamente entro a la habitación la cerro y se sentó de nuevo en la cama entró la señora
¿Cómo te sientes? -preguntó la enfermera Doris
Fleur miró a la enfermera Doris con recelo. No quería hablar de cómo se sentía. Solo quería que la dejaran en paz.
“Estoy bien”, dijo en voz baja.