La enfermera Doris se sentó en la silla junto a la cama de Fleur. “Sé que esto es difícil para ti”, dijo con voz amable. “Pero es importante que hablemos de lo que pasó.”
Fleur permaneció en silencio, sus ojos no se apartaron del techo, como si buscaran respuestas en las grietas de la pintura descascarada. La enfermera Doris suspiró, su paciencia a prueba por el silencio obstinado de la paciente.
Se levantó de la silla se dirigió a un vitral . Con cuidado, la enfermera se agachó y Tomó un frasco de medicina y que En la etiqueta se leía “Calmante”. Sacó una pastilla y la colocó en la mesita de noche con un vaso de agua y se la dio a Fleur .
Sus ojos Llenos de intriga, observaba el frasco de medicina , Un silencio incómodo llenaba la habitación, roto solo por el suave crujir de las agujas del reloj
“¿Para qué es esto?”, preguntó Fleur con voz apenas un susurro, rompiendo el tenso silencio. “No estoy enferma, no entiendo por qué me tratas así”.
La señora sonrió con dulzura. “Es una vitamina especial”, dijo. “Te ayudará a crecer fuerte y sana”.
—No te preocupes, Fleur —dijo la enfermera con una sonrisa tranquilizadora—. Son unas pastillas muy sabrosas, como caramelos.
Fleur dudó un momento, pero luego asintió. Tomó una pastilla del frasco y la tragó con un poco de agua. Para su sorpresa, no tenía un sabor desagradable, sino más bien dulce y afrutado.
Fleur no estaba convencida. Nunca antes había tomado una vitamina que se viera así, ni con ese color tan peculiar. Fleur observaba la pastilla verde con recelo. Su color inusual, un verde pálido y opaco, no le inspiraba confianza.
Pero aún así , tomo la pastilla con la llena de los dedos y se la trago, la enfermera salió del cuarto y al ratito ya estaba de nuevo en la habitación , pero en este caso , traía un plato con sopa de verduras.
- No tengo hambre – le dijo -
- De acuerdo – dijo la enfermera pero tienes que comer algo . No es bueno que estés sin comer y mucho menos como estás
Fleur tomó la cuchara con manos temblorosas y comenzó a comer en silencio. Sus ojos nunca se apartaron de la sombra que acechaba en la penumbra de la esquina de la habitación. La cuchara golpeaba contra el borde del tazón con un ritmo monótono.
Fleur masticaba despacio, sintiendo la mirada de la enfermera sobre ella , La sombra de la enfermera era constante, un fantasma silencioso que la seguía a todas partes. La observaba mientras comía
Cuando termino de comer Fleur , la enfermera Doris le permitió salir del cuarto pero le advirtió que no se alejara mucho
Las palabras de Doris, la amable enfermera, resonaban en su mente: “No te alejes mucho, Fleur”.
Con un movimiento rápido y silencioso, Fleur se deslizó fuera de la cama. Sus pequeños pies descalzos apenas hacían ruido sobre el suelo frío de la habitación. Se dirigió hacia la puerta, la manija giró sin esfuerzo y la libertad se abrió ante ella.
-Pero no te alejes mucho -le dijo-. Todavía estás débil. Y cualquier cosa te podemos ver