Su destino: la casa de su tío Fobo, El trayecto en la cucarachita fue corto, pero suficiente para que Fleur observara con detenimiento el paisaje del pueblo. Las calles empedradas, las casas de adobe con techos de teja y los rostros sonrientes de la gente le transportaban a una época muy diferente a la suya.
Al llegar a la casa de su tío, Fleur se sorprendió por su sencillez. Un pequeño patio con flores adornaba la fachada, y una puerta de madera desgastada . La llanta del auto crujió sobre la grava mientras se detenía frente a la antigua casa de madera. La enfermera, con su uniforme azul impecable, bajó del vehículo y se dirigió a la puerta principal. Sin esperar respuesta, tocó con firmeza. Unos segundos después, la puerta se abrió lentamente, revelando la figura alta y delgada del señor Felipe, el padre de Fobo. Sus ojos cafés, enmarcados por unas gafas de pasta, reflejan una mezcla de preocupación y esperanza. A su lado, la enfermera Doris, una mujer de mediana edad con una sonrisa cálida, lo observa con atención.
Enfermera Doris: Buenas tardes, señor Felipe. Quisiéramos hablar con Fobo, ¿se encuentra ‽
Don Felipe: (carraspea ) no , no se encuentra ¡ Para que lo buscaba ‽
Enfermera Doris: Y será que podríamos entrar a su casa y esperarlo ahí , es que yo le he contado a una joven la historia de su hijo fobo cuando trabajo como enfermero
Don Felipe: (Con una pequeña risita) Pues no entiendo por qué le contó esa horrible historia , si vergüenza debería de darle. ¡Que mi hijo fuera enfermera! Es una carrera para mujeres . Pero pues ya no puedo hacer nada asi que pase ( con tono molesto)
Fleur se detuvo frente a la casa respiro hondo el abuelo que recordaba en la actualidad Sus ojos brillaban con calidez, y una sonrisa amable se extendía por su rostro pero ahora que lo miraba en el su mirada era penetrante y voz firme. Un hombre que imponía respeto y daba hasta miedo
El señor Felipe la observaba con detenimiento, buscando en su memoria algún rastro de familiaridad. La joven, de nombre Fleur, respondía con una sonrisa tímida, algo inquieta por la mirada inquisitiva del hombre.
Fleur bajó del auto con un golpe seco , Felipe se le quedó viendo , su expresión era de confusión no entendí porque sentía tanta familiaridad
Felipe: Recuerdo haberla visto en algún lado, pero… No recuerdo dónde.
Fleur: Ah sí, no lo creo. Si no me hubiera acordado yo también.
La conversación se había vuelto incómoda y tensa, pero Fleur y la enfermera procedieron a entrar en la casa de Felipe. Un silencio incómodo las acompañaba mientras atravesaban el umbral.
La casa era amplia y acogedora, con un marcado estilo rústico que evocaba la calidez de un pueblo. Las paredes de madera oscura, adornadas con fotografías antiguas del tío , su padre y sus abuelos, contaban historias de un pasado familiar entrañable. En la sala, una mesita de madera maciza sostenía una colección de carritos antiguos Eran Como reliquias de una época más simple
Se sentaron en la sala, intentando disipar la incomodidad con una conversación forzada. Las palabras parecían flotar en el aire, sin encontrar eco en la atención de ninguno de los presentes. El tiempo transcurría lentamente, marcado solo por el tic-tac del reloj en la pared y De repente, las campanadas del reloj anunciaron las 5 de la tarde. En ese preciso instante, un aroma embriagador a café recién molido inundó