LA COLECCIONISTA

LA COLECCIONISTA

Por: Juárez Deysi

Es culpable

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Moreau

 

Eran casi las 5 de la tarde cuando sonó mi teléfono. Al responder, la voz de la directora del orfanato era una mezcla de desesperación y nerviosismo.

 

"¡Detective Moreau! Ella... lo asesinó de una manera horrenda. Hay mucha sangre. No sabía qué hacer. Llamé a la policía y estoy llamándolo a usted porque dijo que si pasaba algo con Danella, tenía que avisarle de inmediato, ¡pero jamás pensé que fuera esto!" dijo agitada y casi sin voz.

 

"¿Qué es lo que dice? ¡Cálmese! No estoy entendiéndola."

 

"¡Que lo asesinó, maldita sea! Esa mocosa mató a un hombre en mi despacho."

 

"Ya estoy saliendo para allá."

 

Inmediatamente colgué el teléfono y me dirigí al orfanato. La noticia me golpeó como un martillo, y la urgencia en la voz de Madame Lavigne era inconfundible. Sabía que algo terrible había sucedido, pero hasta qué punto, solo lo descubriría al llegar.

 

Al acercarme al orfanato Sainte-Claire, la escena era caótica. Las sirenas de la policía resonaban en el aire, y había patrullas estacionadas por todas partes. Los periodistas ya estaban llegando, tratando de obtener alguna información mientras los agentes los mantenían a raya. Al entrar, fui recibido por un enjambre de policías y peritos forenses, cada uno ocupado en su tarea.

 

La escena dentro del orfanato era aún peor. Las autoridades ya estaban allí, y los restos de lo que había ocurrido eran evidentes. Bastian yacía en el suelo del despacho de Madame Lavigne, su cuerpo cubierto de sangre, con múltiples heridas infligidas por un lápiz clavado en su cuello y en su cara. La cantidad de sangre era abrumadora, y el aire estaba cargado con el olor metálico.

 

Madame Lavigne, con el rostro pálido y los ojos llenos de horror, me miró suplicante. "Moreau, no sé cómo pudo pasar esto. Ella... ella parecía tan tranquila, y luego..."

 

"Tranquila," le dije, tratando de mantener mi propia calma. "Dígame exactamente qué sucedió."

 

"Llegaba de hacer una diligencia cuando escuché los gritos. Corrí y la encontré sobre él, aún apuñalándolo con el lápiz. No pude detenerla. Ella... ella parecía perdida en su propia furia. Esa mirada era diabólica, jamás podré olvidarla. Me miró con tanta frialdad, que sentí que se me helaba la sangre. Me congelé, mientras gritaba con desesperación."

 

Mientras las palabras de la directora entraban por mis oídos y mi cerebro las analizaba, las imágenes de Danella en cada caso involucrado en su familia parecían cobrar sentido. Su mirada era fría, vacía. Logró engañarme cuando tenía solo siete años. ¿Qué tal si la dirección de mis investigaciones estuvo errada? ¿Qué tal si estuve persiguiendo a la persona equivocada, cuando era a ella a quien debería cazar?

 

Las preguntas brotaron en mi cabeza, y todo cobró sentido. Mis investigaciones no habían terminado con Adam Leroy, el padre de Danella. Era ella el verdadero peligro. La astucia, la frialdad, y la capacidad de manipulación que había mostrado a tan corta edad no eran cualidades comunes en una niña. Estaba claro que había subestimado su inteligencia y su capacidad para ocultar la verdad.

 

La escena del crimen en el orfanato no era solo un acto de defensa propia; era un indicio de algo mucho más oscuro. La brutalidad con la que había atacado a Bastian mostraba una parte de su carácter que hasta ahora había permanecido oculta. No podía seguir ignorando las señales. Cada detalle, cada acción suya, desde su frialdad ante la muerte de su padre hasta su desaparición tras el asesinato de Bastian, indicaba que había algo mucho más siniestro en juego.

 

Las piezas del rompecabezas comenzaron a encajar. Danella no era una víctima de las circunstancias, sino una maestra de la manipulación y el engaño. Su habilidad para adaptarse, para sobrevivir y para utilizar a los demás a su favor, la convertía en una amenaza real.

 

A medida que las preguntas se acumulaban en mi mente, la urgencia de resolver este caso se volvía más intensa. No podía permitir que una mente tan peligrosa estuviera libre. Tenía que detenerla antes de que fuera demasiado tarde, antes de que alguien más cayera víctima de su manipulación y su violencia.

 

Mientras mis agentes revisaban los lugares cercanos y se emitía una alerta en cada salida de la ciudad, el orfanato Sainte-Claire se convertía en el epicentro de una investigación masiva. Durante el interrogatorio, las huérfanas, alentadas por la valentía de Danella, empezaron a hablar. Las historias de abuso y negligencia se desbordaban, pintando un cuadro oscuro de lo que realmente ocurría detrás de esas puertas.

 

“¡Detective Moreau! ¿No va a creer lo que encontramos en la base de datos sobre la víctima?” me alertó un agente horas después, con evidente preocupación en su voz.

 

"¿Qué es lo que encontraron?" pregunté, ansioso por cualquier nueva información.

 

“Bastian tenía un historial de denuncias por abuso en otros orfanatos. Fue transferido aquí bajo circunstancias sospechosas. Parece que alguien estaba encubriendo sus crímenes.”

 

Danella había desencadenado un torbellino de verdades ocultas y había logrado algo grande para las huérfanas de ese orfanato. Sin embargo, la principal preocupación para mí era encontrarla. “Necesitamos investigar más a fondo a todos los involucrados. Que nadie que trabaje aquí quede sin ser investigado,” ordené, consciente de la magnitud del problema.

 

La escena del crimen en el orfanato no era solo un acto de defensa propia; era un indicio de algo mucho más oscuro. La brutalidad con la que había atacado a Bastian mostraba una parte de su carácter que hasta ahora había permanecido oculta. No podía seguir ignorando las señales. Cada detalle, cada acción suya, desde su frialdad ante la muerte de su padre hasta su desaparición tras el asesinato de Bastian, indicaba que había algo mucho más siniestro en juego. No era una víctima de las circunstancias, sino una amenaza real.

 

Las historias de las huérfanas confirmaron lo que Danella había insinuado con su acto de violencia. La red de corrupción y abuso que se extendía dentro del orfanato era vasta y compleja. Cada nueva revelación solo aumentaba mi determinación de desmantelar este nido de ratas y traer justicia a las víctimas.

 

Pero en medio de todo esto, Danella se había desvanecido. Envié a mis agentes a peinar la zona; cada casa fue registrada, cada lugar revisado. Durante una maldita semana, no encontramos rastro alguno. Sin duda, era una chica astuta. Mientras más detalles se revelaban, más claro se volvía que mis investigaciones no habían terminado con Adam Leroy. Danella era el verdadero peligro, y ahora sabía que la caza apenas comenzaba.  No podía evitar admirar su capacidad para evadirnos, a pesar de que era solo una adolescente. Era evidente que había heredado la astucia y la determinación de su padre. Pero yo no iba a rendirme.

Volví a analizar los casos cerrados de la familia Leroy, revisando cada detalle con una nueva perspectiva. Me senté frente a la pantalla, viendo los videos de su interrogatorio aquel día, tanto de ella como de su padre. Ahora prestaba más atención a sus gestos, a sus miradas. Ahí estaba, esa frialdad impropia en una niña.

“¿Dónde estás, Danella? Voy a encontrarte,” murmuré, mis ojos fijos en la imagen de la pequeña niña que ahora sabía que había subestimado. “¿Cuál es tu motivación para matar? Lo descubriré.”

 

 

 

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