"PARRICIDIO: HORROR ABSOLUTO"

"PARRICIDIO: HORROR ABSOLUTO"

Por: Kryst C. Lyonels Lyonels

PARTE 12: ¡MÁS MUERTES, EXTRAÑOS SUCESOS Y EL HALLAZGO DEL CADÁVER DE LA MUCAMA”

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Dos días después del asesinato de uno de mis amigos del orfanato: Álex, sin piedad y a sangre fría, comenzábamos nuevamente la temporada de Salita para niños de 5 años, la que se daba cita en un edificio lindante, cuyo nombre era: “Corazoncitos”, el que, había sido clausurado, según me comentó Benisson, hace tan solo 4 años… “cuando toda la mierda saltó a la luz”. Siempre me pregunté qué habría querido decir mi amigo con esas horribles palabras, e incluso se lo pregunté hasta el hartazgo, pero, casi siempre respondía con frases entrecortadas e inentendibles, o bien, con numerosas evasivas, evitando así su cometido de dar mayores precisiones al respecto. ¿Qué rayos le sucedió a mi amigo? ¿Se sentía intimidado? ¿No confiaba en mí? ¿Sabía más de lo que decía y temía que algo terrible le sucediese? Todas estas suposiciones podían ser igualmente válidas, pero los motivos reales que quizás acabaron desencadenando el asesinato de Álex, para bien o para mal, solo los conocía Benisson o quizás no y todo este enjambre de incógnitas letales rayando las medias verdades quizás ni siquiera tenga su diabólico titiritero…

En fin, ese 22 de marzo amaneció soleado, pero no hacía un calor arrollador, pues una brisa suave y fresca, ayudaba con creces a mantener una temperatura agradable. Esa misma mañana tendríamos clases de Literatura americana, música, deportes y matemáticas. Yo estaba terriblemente ansioso, sobre todo por las clases de literatura, donde indagaríamos en la vida y obra de los grandes referentes del “boom latinoamericano”: Plumas ilustres del calibre de Gabriel García Márquez y su icónica obra: “Cien años de soledad” y su sello único e inconfundible de realismo mágico, el que, mixta sucesos y hechos fantásticos con acontecimientos de la vida diaria, Julio Cortázar y su apasionante novela-juego, la que dio en llamar: “Rayuela”, y que ha apasionado a generaciones enteras con su magia hecha palabras y destrozar los convencionalismos de la novela, invitando a los lectores a maravillarse con novedosos caminos a la hora de narrar su historia, y qué decir del queridísmo Mario Vargas Llosa y sus fabulosas obras, tales como: “La ciudad y los perros” y “Conversaciones en la Catedral”, abordando temas políticos y sociales, entre otros, con su sello directo y al grano, por citar solo a algunos de los máximos exponentes de esa época dorada del apogeo de literatura latinoamericana, la que como una hermosa y joven doncella, sacaba a relucir al baile su hermosura y lozanía con sus variopintos vestidos, bebiendo de la dulce savia de una de las épocas más memorables y vistosas de la literatura de talla universal.

Pero, sin lugar a dudas, mi autor favorito es: Pablo Neruda, del que me declaro un auténtico fanático y en mi casa, en la que, gracias a Dios o al destino, ya no vivo más allí, al menos, por ahora, pues no les miento cuando les digo, que mi estadía en esa casa fue un auténtico infierno, y, por desgracia, me devoré todos los libros de este autor a escondidas de mi padre, el que, si me descubría leyendo sus libros, me daba una terrible paliza, alegando como siempre, que leer esta clase de textos o “poemitas”, como los llamaba, en tono burlón, era cosa de afeminados. Pero, desde que tengo uso de razón, yo nunca me manifesté de ese modo ni tuve jamás esa inclinación sexual, por llamarle de alguna forma, siempre me sentí terriblemente atraído por las niñas, las que, en su febril adolescencia, son tan hipnóticas y ardientes como un flechazo de verano, y al florecer en su adultez, son el motor del corazón, esa sal del planeta Tierra, ese alma que le da sabor a la vida misma, con su belleza, carisma y encanto, y hasta tienen el magnífico descaro de robarle sus colores a la más bella de las flores, y pincelar con sus fragancias los capullos del elixir de los latidos del amor…

¡¡¡Maravillosos ángeles de lluvia… con cabellos de luceros!!! ¡Benditas sean!

A lo que iba… justo  en ese momento, mis amigos y yo, estábamos ideando un plan para desentrañar qué cuernos hubo detrás del asesinato de Álex, (sus móviles y motivaciones, si las había), como también así el esotérico misterio de las desapariciones e inexplicables muertes ocurridas años atrás, relacionadas con este orfanato de lujo. Sabía que no sería tarea para nada sencilla, pero necesitaba un mapa mental o al menos, un camino que permitiera a mis amigos y a mí, salir con vida de este asqueroso nido de ratas. Todos intuíamos que la suerte de cada uno estaba servida en la mesa y la muerte afilaba sus cuchillos para saborear la carnicería de vidas inocentes, arrancadas de cuajo de la plenitud de sus días, las que, las retorcidas mentes que operaban para ella le traían sin titubear.

Casi olvidé contarlo… la clase de Literatura latinoamericana ¡estuvo de pelos!, muy entretenida, didáctica e informativa. ¡Realmente aprendí muchísimo! No obstante, había un grupo de compañeritos que se mofaban de mi y mis respuestas ante cada pregunta esbozada por la maestra Gliddist. Pensé que sería algo pasajero, que se olvidarían y dejarían de molestarme de una vez por todas, pero no, por desgracia para mi, no fue así. ¡¡¡Pasé un auténtico calvario!!!, y todo por ser un niño aplicado, que lo único que deseaba en la vida era superarse a sí mismo, sobrepasar sus límites y trascender con su legado. Dejar auténticas perlas de sabiduría que pudieran florecer por generaciones y generaciones en la mente y en los corazones de mi público lector. ¡Solo quería hacer un mundo un poco mejor para todos!, pero por desgracia, mi corazón estallaría de rabiosa y sanguínea cólera, y ya después, no habría parche para tapar la carnicería, ni mucho menos prevenirle. “El destino me ha jugado una mala pasada y aunque quisiera, no podría, ya no más… detener su volcánica embestida”.

¡¡¡Fueron años de mierda!!! Esos rufianes de los que les hablé: Kim, Jimmy, Barton, Collins y Funigham, me hicieron la vida imposible. Me atacaron a puñetazos, me enterraron la cabeza en el inodoro del baño de varones, numerosas veces, y una vez, en la clase de Deportes, se abalanzaron sobre mí y me acribillaron a puñetazos y patadas, yo, me defendí como pude, me incorporé y les planté cara, y algún que otro puñetazo se tuvieron que masticar. Acabé con los ojos morados y la cara hecha un chiquero de sangre. ¡¡¡Y el entrenador no hizo nada!!!, ese hijo de puta no hizo nada para acallar los demonios de esos cinco gusanos…

Fui trasladado al hospital más cercano, pues había sufrido lesiones severas en todo el cuerpo, además de cinco puntadas a la altura del corazón que no pararon de sangrar jamás y un politraumatismo de cráneo. ¡Maldición creí que esta vez si moriría! Y fue entonces, que, tras 12 horas de agonía en la Sala de Terapia Intensiva, logré salvar mi vida por un pelín y, al mes, mis heridas ya habían cicatrizado bien y no había ningún riesgo, por tal motivo fui derivado de inmediato al orfanato en el que me hallaba alojado, por expreso pedido de la directora general del mismo.

Días atrás, entre otras cosas que la mucama de ese edificio: una latina llamada Mercedes Gómez Barillas, no asistía a su trabajo desde hace un  tiempo a esta parte, cosa realmente extraña en ella, pues, de lo poco que conocía de ella, por boca de Benisson es que ella era una mujer muy emprendedora y luchadora y salía a trabajar, pues tenía cuatros niños pequeños a los que alimentar a diario, y, se encontraba, (no me consta), aparentemente separada o divorciada de su pareja, por ser víctima de violencia de género y para proteger a sus pequeños.

Arribé a las 7.45 a.m. de un día jueves al orfanato, y, ya ni bien llegar sonó el timbre y de inmediato todo el alumnado con sus respectivos maestros a cargo, salieron disparados con destino al patio principal. Al llegar allí, el terror se apoderó de mí, paralizándome el corazón, Benisson y varios maestros, se desplomaron estrepitosamente contra el frío piso de cemento, quedando totalmente inconscientes. Pero súbitamente: ¡Allí estaba ella!: (Mercedes, la mucama), con el pecho abierto en canal, llena de golpes, magulladuras y quemaduras por todas partes, sus brazos y piernas habían sido arrancados de cuajo con terrible alevosía y salvajismo, como una fiera salvaje cuando despedaza un alce, para luego embutírselo de golpe o, una muñeca, de carne y hueso, a la que una diabólica chiquilla ha descuartizado “a piaccere”, con el único fin de entretenerse con su sufrimiento. Y, y además, como para concluir, de los poros de su cadáver manaba sangre a cataratas, como también así de su ano, el que se hallaba destrozado, sin piedad y se encontraba enterrado en la parte superior del mástil donde todas las mañanas, de Lunes a Viernes, a la hora ya citada, se tiene por costumbre izar la bandera.

¡¡¡Mierda!!! ¿Qué clase de hijo de puta hizo esto?—chillé, horrorizado, realmente furioso e indignado ante tan aberrante suceso. Y justo en ese preciso momento, el cadáver, perdió el equilibrio,  y su cabeza echó a rodar por el piso, luego cayó lo que quedó del cadáver de Mercedes...

Y fue en ese preciso instante, que creí divisar a la distancia, oculto entre las flores del jardín, al lado del sitio donde se izaba la bandera, un esotérico y misterioso objeto o quizás fue mi alucinación, no lo sé, me estoy volviendo loco, o será el brillo del apabullante sol a esta hora de la mañana que me está achicharrando los ojos y cercenando los sesos, y no me deja siquiera ver ni pensar correctamente…

Pero una pregunta no dejaba de acribillarme la cabeza: ¿Y si ese esotérico e hipotético objeto tiene que ver con la muerte de la mucama?

¿Acaso estoy en presencia del arma homicida…?

 

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