"PARRICIDIO: HORROR ABSOLUTO"

"PARRICIDIO: HORROR ABSOLUTO"

Por: Kryst C. Lyonels Lyonels

PARTE 14: “¿QUIÉN DEMONIOS ES BOOKFACE?”

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PARTE 14: “¿QUIÉN DEMONIOS ES BOOKFACE?”

Edward Davidson Jr, el ex campeón mundial de boxeo, se encontraba en una paradisíaca isla en el Caribe, disfrutando de unas cortas vacaciones, y, recostado sobre una reposera con tiras rayadas, ojeaba atentamente su teléfono móvil, indagando en las noticias más destacadas del mundo del deporte en su portal de internet favorito: “Okazus”. Hacía un calor que pelaba los huevos, no obstante, la playa estaba repleta de jóvenes celebrando y bebiendo alcohol en exceso y un sinnúmero de hermosas mujeres de los más variados rincones del planeta, divirtiéndose con sus mascotas, ligando con otros hombres, practicando numerosos deportes acuáticos, etc. Justo en ese mismo momento, se desató el terror: tras un intenso tiroteo que duró menos de 1 segundo… el pánico se apoderó de todos los lugareños que habían sobrevivido a la masacre: todos gritaban y huían a toda velocidad… a pie o como pudieran, en tanto súbitamente irrumpió una horda de polizontes, los que descendieron con celeridad de sus coches y se batieron a balazos contra el enemigo disparándole a quemarropa…

_ ¡¡¡Ya, muérete, malnacido!!!- chilló a garganta pelada el sargento Lloyd Wayton y sus subordinados… mientras llenaban de plomo al feroz y aguerrido bandido, quien se mofaba de risa en sus narices, pues las balas no le ocasionaron el más mínimo daño.

_ ¡¡¡Ahora es mi turno, sanguijuelas!!!— exclamó en tono cortante el salvaje desconocido. Y los atacó. Justo entonces, los coches de los federales estallaron en mil pedazos, desatando un voraz incendio en toda la zona. Una nube tenebrosa, negra y asfixiante se disipó a gran velocidad, tornando la visión terriblemente borrosa. Había una miríada de muertos por todas partes. Hubo varias explosiones más. Y los pocos policías y francotiradores que aún batallaban, heroicamente contra ese monstruoso y asesino, perecieron casi al instante… acrecentando más el terror en la zona. Mi desesperación estaba a tope, enloquecí y corrí a toda velocidad para ver qué mierda era esa diabólica cosa que aniquiló él solo a no menos de cinco mil efectivos de las tropas de élite, haciéndolos mil pedazos, uno a uno, tumbándolos como si nada, como piezas de ajedrez.

Corrí y corrí hasta llegar al extremo norte de la enorme isla caribeña. Había un monstruoso reguero de cadáveres y tripas diseminados por toda la playa, cuerpos calcinados, otros sin cabeza, otros más lleno de mordidas y rasguños. ¡¡¡Un auténtico infierno!!! ¡Mierda! ¿¿¿Quién hizo todo esto???—grité a los cuatro vientos, mirando al cielo, como en la búsqueda de respuestas. Algún dato, algún indicio… algo que me devolviera el alma al cuerpo y calmara un poco mis nervios, estallándome los sesos y al borde de la locura.

__ ¡Fue Bookface!

__ ¡Fue Bookface!- chilló a garganta pelada una pequeña criatura a la distancia…

Era una niña. Una misteriosa niña de no más de 4 años de edad, la que portaba un vestidito con dibujos de animalitos a todo color. Al llegar hasta mí, me dio un objeto. ¡Era un libro! ¡Un libro de Neruda!, un libro ya muy gastado y de lomo oscuro y estaba viscoso hasta las narices de un líquido escarlata que bien podría tratarse de sangre. ¡No lo sabía, pero debía averiguarlo!

__ ¡Gracias, pequeña! ¿Y quién es ese lunático del que hablabas…? Book… ¡no sé cuánto!- le pregunté a la niña.

__ ¡¡¡Bookface!!!—exclamó la niña a viva voz.

__ Ya veo. ¡¡¡Si me lo topo le daré una paliza que le haré estallar la tapa de los sesos!!! ¡Maldito hijo de puta!—exclamé furioso, haciendo un además con mis puños…

__ Yo no estaría tan segura—me dijo Analhi, cortante.

__ ¿Por qué lo dices, Analhi?

__ No estoy segura de que pueda con ese letal homicida. ¡¡¡Cuide su pellejo, viejo, o el próximo puede ser usted!—sentenció Analhi, con una sonrisa burlona… y se perdió más allá de la humareda.

__ ¡¡¡Patrañas!!!—escupí, furioso las palabras que me incendiaban la boca. Y me alejé del lugar sin respuestas y con las llamas de las dudas quemándome las entrañas…

 

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