Esa tarde del 5 de septiembre de 2022, mi madre y yo salimos de paseo rumbo al parque de diversiones: "Relámpagos de Alegría", a escasos 2 kilómetros de nuestra casa actual. Salimos a escapadas del ebrio hijo de puta de mi padre, pues para él, como ya dije: un niño debía abocarse solamente al estudio y olvidarse de ser niño y todo exceso recreativo...
Al menos eso era lo que esa rata inmunda pensaba...
En fin, huimos mientras se hallaba durmiendo tras una larga borrachera junto a su padre y sus amigotes: Terry Kollman y Alfred Stonnison, un humilde trabajador negro, adicto a la fiesta, el alcohol y las mujeres, quien se desempeñaba como trabajador ferroviario y, al igual que Terry Kollman... era íntimo amigo de Sigfried Roy Phoenix, mi abuelo paterno. El día estaba nublado... frío y nublado a más no poder, pero no llovía en lo absoluto. En fin, un clima asqueroso. Como si el mismísimo clima adivinase los terroríficos momentos que poco más tarde mi madre y yo, habríamos de vivir. Nos divertimos mucho, Olivia y yo. Comimos helado de damasco y fresa, nos subimos a la montaña rusa, luego, nos divertimos en un centro local, jugando a los autitos chocadores y... hasta paseamos en caballo juntos, mi madre y yo. Y nos divertimos tanto que no nos percatamos de que se nos había hecho ya muy tarde. Faltaban escasos 9 minutos para las 21 hs y mi padre: Robin Leay Phoenix, ya había alertado a medio mundo sobre nuestra falsa desaparición: desde los bomberos hasta la policía... pasando por todos los hospitales del lugar...
Hubo una llamada al teléfono de mi madre. Pero ella... no lo atendió. Luego, tras abonar por los servicios al dueño de los juegos, del caballo y demás, cogimos un taxi y partimos con celeridad rumbo a mi casa ¿o debería decir: nuestro maldito infierno? El hecho es que al llegar allí, la bestia de mi padre, nos recibió a las patadas y a los empujones... y, tras cubrirse los oídos con tapones de silicona, la basura de mi padre, abofeteó a Olivia, mi madre, ella se levantó con más alma que vida y, con los huesos rotos, intentó calmar al sádico de Robin Leay Phoenix... y acto seguido, le acomodó un puñetazo en la quijada a mi madre. De inmediato, esta escupió sangre. Realmente gozaba tras cada paliza que nos propinaba... y sin conciencia de nada, quise intervenir para ayudarla, pero la mierda de mi padre, me voló con uno de sus borcegos que me impactó de lleno en la cabeza, dejándome terriblemente adolorido. Rompí en llanto y el hijo de puta de Robin, sin ninguna piedad, nos maniató a mi madre y a mí a unas viejas sillas llenas oxidadas, y, luego, nos reventó el alma a latigazos... dejándonos heridas sangrantes por todos partes y un sinnúmero de hematomas. Y, como yo no paraba de insultarlo... me puso una cinta hiladora negra a mi madre y a mí, para que los vecinos no oyeran que el "padre y esposo ejemplar", era el peor de los demonios y un auténtico hijo de puta. ¡De pies a cabeza!, puesto que mi maldito padre: Robin Leay Phoenix, vivía de las apariencias y les gustaba mostrar a los demás que comía la mejor comida, que vestía la mejor ropa, que era un esposo y padre excelente... cuando la realidad es que tras esa máscara se ocultaba la más repugnante y sádica de las bestias. Le encantaba aparentar todo eso, aunque... de Lunes a Sábado comiera polenta y vistiera la ropa más sucia, rotosa y harapienta posible. La cuestión era encajar... ¡vivía del qué dirán el pobre diablo! ¡Y mi abuela paterna... otra vieja igual de hija de puta que mi padre! Ya ahondaré sobre ella en próximos capítulos... pero desde ya te puedo adelantar que era de todo menos la Virgen María. ¡Un monstruo de mujer!
Entretanto, los latigazos estallaban en nuestros cuerpos como una fortísima y diabólica explosión, abriéndonos las carnes, ya rojizas pero secas de tanto escupir sangre. Y mientras mi madre lo insultaba con fuerza, como podía, cogió una botella de licor de anís y se la partió de lleno en la cabeza. La silla de mi madre, se tumbó cerca de mí... mientras un grueso chiquero de sangre manchaba el gris y frío piso de cemento.
¡Me dolió en el alma lo que vi!, pero juré desde ese día y mientras yo viva que este hijo de puta no volvería a tocarle un pelo a Olivia Summer de Phoenix, (mi madre), aunque me cueste la vida lograr semejante hazaña...