Justo ese viernes... mi madre salía del hospital, acompañada por mis tías, regresó al "cuartel general", es decir, mi casa. Fue entonces, que mi madre, con mi ayuda y de mi hermano, James... preparó el almuerzo para la familia. ¡Menudo terror me agarró cuando me enteré que había cocinado pastas en vez del guisado que quería la basura de mi padre, Robin... el cuál al llegar del trabajo y enterarse, ya en la mesa, comiendo, se volvió violento, iracundo. ¡Parecía poseído, envenenado por la furia! y sin dilación, le estrelló el puto plato de vidrio en la cara, ocasionándole severas heridas en la cabeza y el rostro. Recuerdo haber visto, los ojos ciegos de mi madre, bañados de rabia e impotencia, mientras se limpiaba con un algodón, la rabiosa sangre de sus heridas.
¡Un asco de persona, mi padre: Robin! Se burlaba de las desgracias ajenas, se sentía como "Goliat", ante las demás personas. ¡Era invencible!, jamás nadie lo había agredido, ni puesto en su lugar. A mis hermanos y a mí, nos tenía un odio particular, nos golpeó y castigó, como si de perros se tratara.
Recuerdo una puta vez, cuando yo y mis hermanos discutimos fuerte, y el muy troglodita, al creer que nos lastimábamos, desenfundó un cinturón de cuero y nos molió a golpes. Mientras usaba la típica frase: __"¡Ahora, los voy a hacer mear!"
¡Era una mierda!. ¡Mírese por dónde guste!. Y mi madre, una vez me contó, qué estando ella embrazada, y a punto de dar a luz a su primogénito: ( yo), un día de Infierno, (como casi todos), discutió con ella, y endiablado como estaba, le lanzó un soberbio patadón al culo, y por ese episodio, casi muero, incluso antes de haber nacido, como lo conté al inicio de esta novela...
Desesperado y asustado... al ver a mi madre, con la oreja derecha bañada en sangre y heridas en todo el rostro, aprovechando que estaba bebido y drogado, le ametrallé las pelotas a patadas a Robin, mi padre. Pero éste al volver en sí, mientras se hallaba fumando un cigarrillo Phillip Morris, teñido por la cólera, apagó el cigarrillo aún encendido contra mi cara, ocasionándome quemaduras graves. ¡Chillé de dolor y hasta lo maldije al grandísimo hijo de puta! Y no contento con eso, tras recibir una lluvia de cachetazos en el rostro... me obligó a inhalar las líneas de cocaína que él, ya no podía ni quería fumar. Y, tras yo, negarme rotundamente, me sopló la droga en la cara... y, tras hacerme fumar cinco cigarrillos, me reventó el lomo a cinturonazos y para finalizar... me dio 5 picanazos que me dejaron más muerto que vivo.
"Mi corazón es un infierno azotado por las llamas..."
"Que mi padre comience ya mismo a rezar a Dios... porque creo que ni él... lo podrá salvar de mi venganza!