"PARRICIDIO: HORROR ABSOLUTO"

"PARRICIDIO: HORROR ABSOLUTO"

Por: Kryst C. Lyonels Lyonels

PARTE 6: "Hospital: Agentes arrestan a papá. Y mi abuelo coge mi custodia".

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Llegué al hospital "South Routhbak". Al parecer, mi abuelo paterno alertó a la policía al escuchar los gritos y ruidos en mi casa. Y entonces, sin dilación, arribaron los efectivos policiales hasta el preciso lugar. Justo allí se hallaba mi padre, limpiándose el trasero luego de defecar, y, tras lavarse las manos con agua y jabón, atendió a los policías. Y justo en ese momento, descendió de uno de los coches un hombre alto, bigotudo y regordete: era el sargento Morris Hant, el que, enseguida rompió el silencio:

 

__ ¿Es usted Robin Leay...?-- le preguntó a mi padre el sargento. A todo esto,  minutos antes había partido yo, mi madre y mi abuela materna con destino al hospital más cercano con el fin de tratar mis quemaduras en el rostro y mi severa intoxicación, por fumar cigarrillos y líneas de cocaína por parte de mi padre. Y la intoxicación fue tan severa que me llevaría no menos de 4 meses, recuperar mi salud...

__ ¡Sí, soy yo!-- respondió mi padre, con los ojos desorbitados y rojizos, de tanto inhalar porquerías. ¿Qué se le ofrece...?-- le preguntó con tono altanero, Robin a Morris Hant.

__ ¡Usted es un peligro para su familia y para usted mismo! ¡Usted acaba de enviar al hospital a su propio hijo e incluso lo obligó a fumar sus malditos cigarrillos! ¡Es usted un sicópata! Policías: ¡¡¡Arresten a este tipo!!!-- chilló a garganta pelada, Morris Hant.

__ ¿Arrestarme? ¡¡¡Se han vuelto locos!!! ¡No me iré de aquí!-- respondió el tipo con la cara más dura que el acero... y justo en el preciso momento, cuando dos de los agentes, se encaminaban a la carrera a detenerlo y ponerle las esposas de rigor, Robin les lanzó un feroz puñetazo, dejándolos inconscientes, estrellándose de inmediato contra el suelo de tierra. Y fue justo entonces que sacó su rifle desde detrás de la puerta de entrada y disparó contra los coches policiales haciéndolas estallar en mil pedazos. Cuatro policías más trataron de apresarlo pero fueron asesinados por Robin Leay y su maldita arma de fuego. El comisario se ocultó detrás de un árbol cercano mientras sus últimos 7 policías se batían a balazos con el hijo de puta de mi padre. Las esquirlas besaban venenosamente el aire, mientras Robin corría a toda velocidad, evitando las esquirlas enemigas con enorme maestría, pese a su enorme obesidad. Y, tras Robin disparar, se cobró la vida de dos policías más. Pero por fortuna los refuerzos solicitados por Morris Hant, llegaron con enorme rapidez, y, justo entonces... dos balas se estrellaron contra la humanidad del rufián, hiriéndolo de gravedad, tras ocho intensas y largas cuadras persecutorias. Y así, Robin Leay cayó pesadamente contra el suelo, mientras se retorcía de dolor y un chiquero de sangre corrió rabioso por sus poros, pues había sido herido en su entrepierna y poseía otro disparo en la zona hepática.

Y así, Morris Hant avisó a la ambulancia y, de inmediato, los camilleros lo subieron a la camilla y se lo llevaron con destino al hospital más cercano. Y, tras siete horas de intensa operación en las que casi pierde la vida, Robin Leay, finalmente fue arrestado y puesto a disposición de la Justicia, tras mejorar enormemente su crítico estado de salud. Por desgracia, su más fiel mano derecha y su mejor informante: un ex- boxeador campeón del mundo en peso pesado y retirado hace tres meses, le informó que fue mi abuelo materno quien lo denunció ante los polis, y entonces, la basura vengativa de mi padre, Robin, juró que se vengaría de él.

Poco tiempo después de mi recuperación, mi madre, yo y mis hermanos... fuimos a vivir a casa de mi abuelo materno y, gracias a Dios, el juez de turno resolvió darle en manos mi custodia y la de mis hermanos. Pero por supuesto, mi abuelo también velaría por la salud de Olivia Summer, mi madre, quien padecería de ceguera permanente.

"Mi cabeza es un puto trompo que no para de girar, mis manos huelen a sangre fresca y tal me temo que este estado en el que estoy es solo la punta del iceberg". "Mis ojos están ciegos de cólera, mi corazón: envenenado de odio y de dolor, los jazmines lloran lágrimas escarlata y los ángeles que veo solo gozan descuartizando a los impíos y justos por igual" "Las tinieblas de mi alma me están llamando y lamento decir que ni Dios podrá salvar a la basura de mi padre y su familia".

"Siento el aroma de la muerte danzar sobre mi cuerpo envuelto en cólera". ¿Seré capaz de apagar este fuego tan letal como asesino a tiempo". "Hasta el momento... todo parece indicar que no".

 

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