Ese mismo jueves, luego de almorzar en familia, mi abuelito me había prometido que iríamos a ver una película de superhéroes. En tanto, ese día... mi primo Jhonny, yo y mi hermano James, nos habíamos levantado muy temprano para ir a comprar los alimentos con el abuelo. Mientras tanto, mi madre, ayudaría con los quehaceres domésticos: entre ellos, la limpieza de la casa, por supuesto, pero siempre supervisada y ayudada por mi abuela materna, la que deseaba que, pese a su ceguera, pudiera valerse por sí sola de la mejor manera posible. Y no era para menos, pues no había ninguna otra opción, ya que mi madre: Olivia Summer, tendría que lidiar con este gran problema por el resto de su vida, y por eso es que mi abuela era tan insistente en su reeducación en estos temas, y, como ya no podría contar con su valioso sentido de la vista, agudizara y potenciara de la mejor forma posible sus otros sentidos con el único fin de que mi madrecita pudiera llevar una vida lo más normal posible y esos otros sentidos potenciados a su máxima expresión, se convirtieran en sus mejores aliados.
Justo en ese preciso instante, un rugido de motor alertó a mi abuela materna: Nosotros y mi abuelo ya nos estábamos por dirigir al supermercado: "Dinasty Food", a escasos 2 kilómetros desde esta ubicación y fue así, que tras darle un tierno y largo beso en la boca a mi abuelo, mi querida abuelita, mi abuelo aceleró la velocidad y partió junto a sus tres nietos rumbo al citado almacén de comestibles. Y, tras despedirlo a la distancia con sus regordetas manitos, mi abuelita, reingresó a la vivienda. Mientras tanto, mi tío Mark, jugaba junto a mi madre con su gatito "cantante" y fastidioso: al que supo apodar: "Bocazas", pues, era justamente de esos felinos que no se callaba nunca en todo el día y maullaba sin parar. Y no era precisamente por hambre, pues ese gato comía "más que una vaca", pero así y todo... con Bocazas jamás había un descanso para los oídos llagados y los nervios de punta con los que nos acostábamos al finalizar el día.
Finalmente, tras varios minutos viajando en coche, todos descendimos con celeridad y luego de cerrar con cuidado todas las puertas... nos adentramos en el corazón de ese gigantesco emporio alimenticio, llamado: "Dinasty Food". Era un lugar enorme y había tantos productos como personas dentro, comprando y abonando por sus mercaderías. Ni me gasté en contarlas. Solo puedo atestiguar que ese lugar era un auténtico hormiguero y estaba lleno hasta las narices, hasta tal punto que no cabía ni un alfiler más allí dentro. Mientras, mi primo Jhonny, bastante mayor que yo, ojeaba a las elegantes y atractivas jovencitas que hacían las compras junto a sus padres...
__ ¡Jhonny está enamorado! ¡Jhonny está...!-- nos burlábamos mi hermano y yo de Jhonny, el que, avergonzado, nos propinó un golpazo en la cabeza que nos dejó montañitas. Mi abuelo se percató de la mala actitud de Jhonny y lo reprendió fuertemente:
__ ¡Jhonny! ¡¡¡Déjate de estupideces!!! ¡Has venido a ayudarme con las compras, no a golpear a tus primos!
__ "Pero abuelo, ellos se burlaron..."
__ ¡No hay peros que valgan, viejo! ¡Eres el mayor de todos ellos y debes dar el ejemplo! ¿Comprendes?
__ ¡Sí, abuelo! ¡No volverá a suceder!-- se disculpó mi primo ante el abuelo, y luego... todo siguió con absoluta calma.
__ ¡James y Jason! ¡Busquen la salsa de tomate y suficiente queso mozzarella! ¡Hoy almorzaremos unas pizzas caseras y tartas!-- dijo mi abuelo, señalándonos una heladera a cosa de tres estantes más adelante.
__ ¡Ok, abuelito!-- dijimos al unísono, mi hermano y yo, y sin demoras partimos en busca de lo pedido.
__ ¡Y tú, Jimmy...! ¡Ve a buscar suficiente fiambre para las pizzas! ¡Creo haber visto todo eso... en un mostrador cercano a "los congelados". ¡Anda, ve ya...!-- lo apuró mi abuelo a Jimmy. Y, justo entonces, mi hermano y yo, regresábamos con lo pedido, y algunos minutos más tarde, Jimmy hizo lo propio. Y así, tras cargar el carrito con comestibles y bebidas como para un batallón, ayudamos al abuelo a descargar la mercadería de las bolsas y ponerlas sobre el mostrador de cobro, donde un robot ayudado con IA, contabilizaba y etiquetaba con enorme celeridad los precios de los productos y pocos segundos más tarde, mi abuelo observó el precio total a pagar en un visor situado en la cabeza del robot, y tras sacar su móvil, pasó su tarjeta de crédito sobre una ranura a la altura de la boca del robot, y pagó los 2000 dólares en bitcoin. Y enseguida, el aparato, le devolvió su tarjeta de crédito. Y luego, salimos presurosos con no menos de diez bolsas ecológicas llenas.
¡Tremendo horror nos paralizó al hallar el coche del abuelo sin el estéreo, con todos los vidrios destrozados y varias pintadas repletas de insultos y extraños símbolos!
__ ¡Mierda! ¿Quién demonios causó este desastre?-- fueron las únicas palabras de mi anonadado abuelo materno. Y, tras hacer la denuncia en una comisaría cercana de la zona, partimos con celeridad con destino a casa. Justo en ese mismo instante, mi primo, mi hermano y yo, descendimos del coche... pues mi abuelo nos dio un dinero para comprar unas paletas heladas. Y entonces, todos nosotros, nos dirigimos presurosos con destino a la heladería a escasas 2 cuadras de allí, desde donde estacionó mi abuelo el coche.
Y curiosamente, sentí un extraño ruido en el cielo, miré hacia arriba pero no vi nada. Y, para colmo de rarezas, tuve una lunática sensación de que el tiempo se detenía y aceleraba a placer, pero, no obstante, no tenía la más mínima idea de a qué rayos se debía todo esto. Solo veía mi cuerpo y el de la gente cercana, cuya velocidad de movimiento manifestaba tales características. Pero no era el único al que le ocurría esto, incluso mi hermano, primo y toda la gente cercana parecía estar siendo atacada por este misterioso y esotérico factor: velocidad- movimiento. Creo que se lo comenté a mi primo, pero él le restó importancia e incluso mi hermano del medio me trató de loco y me instó a dejar de decir estupideces.
Sentí mis pasos lentos, agotados... hastiados al extremo, como un anciano de 100 años intentando llegar a la tienda de helados. Por fortuna, finalmente logramos arribar al lugar... y justo en ese mismo momento, un misil estallaba contra el coche de mi abuelo, provocando un descomunal incendio en toda la zona y haciendo volar el coche en mil pedazos.
__ ¡Oh, por Dios! ¡Mi abuelo!-- chillé a garganta pelada y mi primo y hermano, corrieron conmigo. Pero, nuevamente... mis pasos se volvieron toscos y lentos, como cuando nos encaminábamos al negocio.
¡¡¡Mierda!!! ¿Qué rayos está pasando aquí?-- me pregunté, furioso. El efecto del retraso de movimiento duró como cinco minutos y, cuando me percaté, ya vuelto todo a la normalidad, de un coche color negro que venía a toda velocidad, descendieron raudamente tres personas, una mujer y dos tipos con gafas oscuras. Nos persiguieron a todos... pero el esotérico efecto de la velocidad de movimiento apareció otra vez, y, pese a la lucha, nos alcanzaron y secuestraron a todos. Y de inmediato, partimos con celeridad hacia destino desconocido. Y por desgracia, varias horas más tarde, recibiría la desgarradora noticia de que mi amado abuelito, pereció tras la feroz explosión y cuando llegó al hospital ya se hallaba muerto. ¡Murió calcinado por la potencia arrolladora de las llamas!
No sé quién rayos está detrás de todo esto, pero juro por mi madre que su muerte no quedará impune. ¡Es un pacto con su alma!
¡Hallaré a los culpables cueste lo que cueste!