La desaparición del Doctor Parkman, un miembro destacado de la alta sociedad de Boston, había conmocionado a toda la ciudad. Boston se encontraba sumida en incertidumbre, con rumores y teorías que recorrían las calles, y las autoridades buscando desesperadamente pistas sobre su paradero. George Parkman estudió medicina en la Universidad de Aberdeen en Escocia y, tras la Guerra de 1812—considerada como "la segunda guerra de independencia"—regresó a Boston. A la muerte de su padre, Parkman se convirtió en el heredero de una gran fortuna, lo que lo apartó del ejercicio de la medicina para dedicarse a los negocios. Sin embargo, se mantuvo vinculado a la medicina como uno de los principales benefactores del Harvard Medical College.
La última vez que se le había visto al doctor fue unos días antes del Día de Acción de Gracias, había salido, como de costumbre a cobrar las deudas, siendo visto por última vez entrando a la facultad en North Grove Street, vistiendo una levita oscura, pantalones oscuros, un chaleco de satén morado y un sombrero de copa. Luego de eso no habían mas rastros del Doctor. Siguiendo el consejo dado por Williams, el Capitán de la Policía, Frank Mercer, quien estaba a cargo de la investigación, mandó llamar a Patrick para que se presentara en la prefectura.
La prefectura de la policía se encontraba en una de las principales calles de Boston, cerca del puerto. El edificio construido en ladrillo rojo, con una fachada de piedra caliza tenía tres pisos de altura grandes ventanas de arcos redondeados, con balcones de hierro forjado en el segundo y tercer piso. Al cruzar las puertas de entrada de madera maciza, Patrick se encontró en medio de un amplio vestíbulo con techos altos y lámparas de gas que emitían una luz tenue, creando un ambiente algo sombrío.
El suelo estaba cubierto de baldosas desgastadas por el tiempo, y el aire impregnado de un leve olor a humedad y tabaco. Frente a él en un mostrador de madera oscura, pulido por años de uso, se encontraba un oficial.
- Buenas tardes, busco al Capitán Mercer - dijo Patrick.
- Segundo piso - dijo el oficial sin apartar la vista del periódico que se encontraba leyendo.
Las oficinas de los oficiales se encontraban en los pisos superiores, el despacho del capitán Mercer era una habitación modesta pero ordenada, con un escritorio grande de caoba cubierto de documentos, informes de crímenes recientes y un mapa detallado de la ciudad de Boston. Las paredes se encontraban adornadas con retratos de antiguos comisionados y una estantería repleta de libros de leyes y reglamentos policiales.
- Buenas Tardes Capitán - dijo al entrar.
- Señor Garrett, pase por favor, su amigo Williams ha hablado muy bien de usted - dijo el Capitán. Frank Mercer, era un hombre de complexión robusta y una postura imponente que reflejaba los años de experiencia en el manejo del orden público - tome usted asiento.
- Gracias - respondió Patrick tomando asiento en la silla que se encontraba frente al escritorio.
- Supongo que ya se ha enterado de la desaparición del Doctor Parkman - Patrick asintió con la cabeza escuchando atentamente lo que le decía el Capitán - verá, en un principio pensamos que se trataba de un simple robo, sin embargo, siguiendo los últimos pasos del Doctor hemos llegado a que el Doctor visito al profesor Webster en el laboratorio del Harvard Medical College el mismo día que desapareció. ¿Me sigue? - dijo el Capitán, mientras Patrick volvía a asentir con su cabeza tomando nota mental de todo lo que estaba escuchando.
- Bueno aquí es donde la cosa se torna un poco extraña. El conserje de la Facultad Ephraim Littlefield, que vive con su señora en el sótano junto al laboratorio de Webster, vio al profesor salir con un bulto luego que le pidiera que hiciera un fogata.
- Ya veo - dijo finalmente Patrick. - y dígame Capitán que puedo hacer por usted.
- Necesito que me pueda ayudar a conectar las piezas faltantes, usted podrá entrar a la universidad sin levantar sospechas.
- No se diga más - dijo Patrick levantándose de la silla en dirección a la puerta.
- Tome - le dijo el Capitán entregándole una carpeta con los antecedentes de la investigación.
- Gracias, a penas tenga noticias vendré a visitarlo. Que tenga una buena tarde - dijo Patrick saliendo de la oficia en dirección a las escaleras.
- Gracias a usted - respondió el Capitán y volvió a sus asuntos.
Patrick salió de la comisaría en dirección a la Universidad. —Empezaré por donde se le vio por última vez —se dijo para sí, mientras reflexionaba sobre las pistas que podían llevarlo al paradero del doctor Parkman.
El edificio del Harvard Medical College, fundado en 1782, se ubicaba en lo que hoy conocemos como el área de North Grove Street, cerca del Hospital General de Massachusetts, siendo una de las instituciones más importantes en la formación de médicos en los Estados Unidos. as clases de anatomía y cirugía eran una parte central del currículo. Gracias a la cercanía al hospital, los estudiantes tenían acceso a pacientes y a cuerpos no reclamados para disección. Esta práctica, sin embargo, no era bien vista por una parte de la sociedad. Las condiciones de estudio eran bastante precarias, y los estudiantes trabajaban en laboratorios y aulas, sin acceso a equipos avanzados ni técnicas modernas de esterilización. Por este motivo no era tan extraño ver a los profesores salir con bultos, generalmente bolsas o cajas con restos anatómicos, de sus laboratorios.
Al llegar a la Universidad Patrick se encontró con el sobrino de Parkman, James Henry Blake, quien estaba con un oficial de policía.
- Buenas Tardes - dijo - que bueno que le encuentro, tengo algunas preguntas respecto a su tío. Verá, dado la complejidad del caso el Capitán Mercer me ha solicitado ayuda con el caso, como podrá constatar el oficial Trenholm.
- Muchas gracias - respondió James.
- Bueno, me preguntaba si usted sabría que relación tenía su tío con el profesor Webster -
- Mi tío le había prestado una suma dinero al profesor - dijo James - por lo que habría venido al laboratorio a cobrarle. Según lo que nos indicara el propio Webster, le habría pagado la deuda, por lo que me tío le habría prometido ir de inmediato donde el secretario de la cuidad para registrar el pago y así liquidar la deuda.
- Muchas gracias por su tiempo señor Blake - dijo Patrick despidiéndose.
- Gracias a usted, espero haberle servido de ayuda y ojala encuentre a mi tío pronto.
Patrick se dirigió al sótano junto al laboratorio de Webster, para poder entrevistar al conserje Ephraim Littlefield.
- Señor Littlefield buenas tardes - dijo Patrick al verlo - me gustaría hacerle a algunas preguntas.
- Buenas tardes, ¿señor?
- Garrett, mi nombre es Patrick Garrett y estoy investigando la desaparición del doctor Parkman - al escuchar estas últimas palabras el conserje se puso algo nervioso, consciente de que algunos ya comenzaban a relacionarlo con la desaparición.
- ¿En que lo puedo ayudar ? - respondió tratando de disimular, mientras su corazón se aceleraba como si quisiera escapar de aquel lugar.
- Tengo unas preguntas respecto al profesor Webster, entiendo que usted le ayuda de en cuando con el laboratorio - Ephraim sintió un alivio que no pudo disimular.
- Si, yo ayudo con el laboratorio a él y a los demás médicos de la facultad incluso preparo los especímenes para sus conferencias - respondió tratandose de darse algo de importancia.
- ¿Y ha notado algo extraño en el profesor?
-¿Algo extraño? mmm, no que yo recuerde - dijo frotándose su barbilla con la mano derecha, con un gesto en su cara como si tratara de recordar algo - Solo que me encontré al profesor en la calle y me pregunto si yo había al doctor en la Universidad, luego me comento el doctor había ido para cobrar una deuda y que luego del pago se fue. Lo extraño es que el profesor nunca me había dado tantas explicaciones.
- Muchas gracias por su tiempo Señor Littlefield, me ha sido de mucha ayuda - dijo Patrick haciendo un ademan de despedida.
Ephraim, que no entendió mucho lo que había sucedido, respondió al saludo y continuo con sus labores.
En los siguientes días Patrick, pudo averiguar que el profesor Webster enfrentaba serios problemas económicos. Su familia se había visto obligada a renunciar a la mansión que habían construido en Cambridge. Aunque en 1849 alquilaban una casa respetable, esta no era grandiosa. Además, Webster tenía deudas con varios amigos, ya que su salario y los modestos ingresos obtenidos por sus conferencias no eran suficientes para cubrir sus gastos.
Mientras Patrick continuaba con sus investigaciones, la familia del doctor ofreció una recompensa de 3.000 dólares por encontrarlo con vida y 1.000 dólares por su cuerpo. Esto incitó a toda la gente ambiciosa a dar pistas acerca del paradero del doctor.
Littlefield, el conserje de la universidad, también se interesó en la recompensa. Recordó la conversación que había tenido con Patrick, por lo que comenzó a seguir al doctor Webster, quien, luego de la desaparición, había actuado de manera extraña. Un día antes del Día de Acción de Gracias, el profesor llegó temprano a la universidad. Littlefield lo observaba desde una rendija debajo de la puerta, viendo hasta sus rodillas. Webster iba de la caldera al armario de combustible y de regreso. La caldera ardía con tanta fuerza que la pared del otro lado estaba caliente al tacto. Cuando Webster se fue, Littlefield se encaramó por una ventana para entrar a la habitación.
—¿Qué estará escondiendo el profesor?—se preguntó. Comenzó a revisar la habitación y encontró los barriles de leña casi vacíos. También notó manchas de humedad en distintos lugares, con un sabor extraño parecido al ácido.
Ephraim Littlefield tenía cada vez más sospechas que el profesor andaba en algo raro, así que utilizando distintas herramientas comenzó a cincelar la pared debajo del retrete privado del laboratorio de Webster, mientras su esposa hacia de guardia. Logró abrir paso a través de un túnel hacia la bóveda, donde la pared había estado caliente. Luego comenzó a cortar en la zona donde el retrete desembocaba en un pozo que la policía no había registrado. Pasó por dos capas de ladrillos en poco más de una hora, y luego se detuvo.
— Ephraim — le dijo su esposa — vamos, debemos ir al baile, es el Día de Acción de Gracias.
Ephraim de muy mala gana se arreglo para ir al baile, al día siguiente volvería a terminar lo que había comenzado.
Al día siguiente Littlefield trabajó hasta que logró hacer un agujero en la pared, de la pared salió una fuerte corriente de aire apagándole la lampara que llevaba, el aire tenía un olor fétido. Esto no evito que pudiera meter su cabeza por el agujero y dejando que sus ojos se habituaran a la oscuridad pudo observar el origen de aquel nauseabundo olor. Sobre un montículo de arena logro distinguir la forma de una pelvis humana, un muslo y la parte inferior de una pierna. Su cara se puso blanca, su estómago se revolvió; aquel hallazgo macabro no era lo que esperaba encontrar. Salió como pudo de su excavación y corrió a la casa del profesor Bigelow.
Al salir se encontró frente a frente con Patrick, quién había vuelto a la universidad para revisar el laboratorio del profesor buscando nuevas pruebas.
- Señor Garret, que susto me ha dado - dijo al ver a Patrick, su cara estaba tan pálida como si el mismo diablo le hubiera llevado el alma.
- Que le pasa señor Ephraim ¿a donde iba tan apurado? cálmese un momento -
- Señor Garrett, a a a casa del profesor Bigelow - dijo tratando de encontrar la compostura - he encontrado pedazos de un cuerpo en la pared y no se a donde más ir.
Patrick le puso una mano sobre el hombre, para ayudar a calmarlo.
- Vaya donde el profesor para que contacte al alguacil, yo me hare cargo de su descubrimiento y me pondré en contacto con el Capitán de la policía.
Ephraim se fue lo más rápido que pudo no sin antes darle las indicaciones a Patrick para que pudiera dar con las partes del cuerpo. Así Patrick se dirigió a la excavación, el olor que salía era nauseabundo, tomo los restos y los puso sobre una tabla a la espera de la policía y el forense. Luego se dirigió al laboratorio del profesor y lo que encontró ahí lo dejo sin habla.