Lo Que Traje De La Oscuridad
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-Estuvo rica la hamburguesa, papá, gracias.-dijo Tim todavía saboreando el último bocado.
Su padre asintió con un movimiento casi imperceptible de su cabeza.
-Veo que no estamos volviendo a casa. ¿A dónde vamos?- preguntó Tim con con curiosidad, nada de lo que veía le era familiar y antes había memorizado el camino de vuelta, desde el centro de la ciudad hasta su hogar, que era bastante lineal.
-Varias veces me preguntaste a qué me dedicaba y lo que fuera, querías hacer lo mismo.Pues bien, es hora de comenzar.
Tim sintió un súbito entusiasmo, en su cabecita comenzaron a surgir nuevamente fantasías sobre el negocio de su padre. Recurrentemente pensaba que tenía una avioneta y con ella volaba por las noches, yendo y viniendo, llevando y trayendo cosas.
Después de andar un largo rato, hasta que toda luz exterior desapareció por completo, el auto frenó al lado de un enorme y desproporcionado árbol. Tim lo miró y le pareció que se trataba de un gigante que había sido congelado en el momento de desperezarse. Con otro movimiento de cabeza, el padre ordenó a su hijo bajar del vehículo.
El niño, contrariado, obedeció y al bajar fue recibido por aire muy fresco. Comenzó a tiritar de frío y de miedo, miró al árbol y luego ansiosamente a su padre.
-Ven de este lado.- Le ordenó parcamente. El niño obedeció una vez más y miró a su spadre a través de la ventanilla. No entendía nada de lo que estaba sucediendo.
-Ahora comienza tu entrenamiento. Debes volver a casa por tus propios medios, no sabes dónde estás así que agudiza tu ingenio, sólo una cosa más, debes volver antes del amanecer.Si me demuestras de lo que eres capaz, tendrás un lugar a mi lado en mis negocios. Una última cosa: no le temas a la Oscuridad, conviértela en tu aliada.
Antes de que Tim reaccionara, su padre aceleró y se alejó rápidamente y por el espejo retrovisor veía cómo el niño comenzaba a gritar, antes de perderlo de vista en la más espesa de las oscuridades, una noche sin luna, sin estrellas y sin una luz artificial en kilómetros a la redonda.
-Veo que te han dejado solo, Tim-dijo una voz.
El niño se dio vuelta, asustado y trató de distinguir alguna forma humana, la dueña de la voz.
-¿Quién eres?-balbuceó.
-Yo soy todo lo que te rodea, lo que señorea en las noches, lo que se adueña de todo rincón al cual no llega la luz. ¿Te gustaría ser mi amigo? Muchas veces me siento muy sola.
-No puedo ser tu amigo si no te puedo ver- dijo Tim con una voz trémula y con un nudo en la garganta.
-Ah, me ves y a la vez, no me ves, ese es mi secreto.
-¿Qué secreto?
¿Cuál es tu deseo, Tim?
-Volver ya a mi casa, esto no me está gustando nada.
-Ah, pero puedo asegurarte que si regresas a casa, no te gustará lo que vas a encontrar.-contestó la voz con un tono dulce pero a la vez burlón.
-En mi casa está mi papá, y si me pasa algo malo, te las verás con él. Es un tipo rudo: lo vi pelear con tres hombres el año pasado y los tres terminaron en un hospital
-Bueno, no soy hombre, pero he andado por hospitales. Sin embargo, no es a mí a quien debes temer, sino a tu padre. Sé muy bien que le temes a tu padre.
-¿Cómo es que sabes tantas cosas de mi y de mi padre?-preguntó Tim, intentando mostrarse resuelto, y comenzando a creer que se trataba de una prueba de su padre.
-Sé muchas cosas porque las cosas me hablan cuando las rodeo.-dijo la voz, casi como un susurro, parecía que le estaba soplando un secreto.
Tim no entendía qué estaba pasando, buscaba ponerle un rostro a esa voz, pero todo era negro.
-No me has dicho tu veradero deseo.
-Te dije que quiero volver a casa.
-Ese no, ese es muy superficial, muy inmediato.
-Trabajar con mi papá, quero hacer lo que el hace, quiero ser un tipo rudo como él. Quiero que me tengan miedo.
-¿Que te tengan miedo, eh? ¿Como a mi?
Tim ahora hacía enormes esfuerzos para percibir un atisbo de luz que le permita descifrar el misterio que quién era la voz y no mostrar que estaba muerto de miedo.
-No, como a mi padre. A mi padre le temen más.
-Esto ya es aburrido, yo sé que hay algo que deseas más que eso.
De repente, el aire se hizo más frío y Tim sintió que los huesos se le congelaban.
-¿Tim? ¿Hijo? ¿Tim, mi muchachito hermoso?
El niño se paralizó. Era la voz de su madre. Había intentado ser valiente pero al oír esa voz se quebró por completo. Una luz enceguecedora le dañó los ojos y una vez que pudo ver claramente, la distinguió, era su madre, quien había fallecido el año anterior.
-¿Mamá?- gritó Tim, y corrió los pasos que los separaban para abrazarla.
El padre llegó a casa, abrió la heladera, sacó un enorme filete y una botella de cerveza. Cuando la carne estuvo cocida al punto deseado, se sentó a comer y beber, muy pensativo. Terminó su cena y fue a su habitación de donde volvió con una escopeta y una caja de cartuchos. Estuvo sentado en un cómodo sillón toda la noche, sin pegar un ojo.
A las 6:30, se levantó de su asiento, guardó su arma y comenzó a preparar el desayuno.
Tim volvió a las 6:47, antes de que se asomara el Sol, sucio, despeinado y mojado; le faltaba un zapato. Sus ojos estaban hinchados y enrojecidos, por el llanto. Su padre había dispuesto la mesa y había tostadas, tocino, manteca y una jarra de café. Invitó a Tim a sentarse con un ademán de la mano. El niño obedeció y se sentó en silencio.
-Tu primera misión cumplida, acá está tu premio; tu primer desayuno de hombre.- dijo con una voz que no disimulaba cierto orgullo y sirvió a Tim una generosa taza de café, que estaba muy caliente, casi hirviendo.
Tim se pasó la mano derecha por la cara y tomó la taza, procediendo a beberse el café de un solo trago, lo que dejó atónito a su padre.
- ¡Muchacho imbécil, te vas a quemar!-gritó el padre.
A continuación, el niño tomó un pedazo de tocino y cuando lo mordió fue poseído por una horrenda convulsión y vomitó un líquido negro.
-¡Te lo dije!
Pero su vómito resultó ser anormalmente caudaloso, excedía la cantidad de café que había bebido y era un líquido negro y pastoso. El padre quiso acercarse pero se detuvo horrorizado al ver cómo la boca de su Tim se abría mucho más de lo natural hasta casi formar un ángulo llano. El caudal de líquido que brotaba de Tim era imposible. Rápidamente cubrió el piso del comedor y cuando el padre trató de salir para buscar su arma nuevamente, la puerta se cerró violentamente. Lo mismo sucedió con la ventana.El padre en vano intentó abrirlas
Tim dejó de expulsar esa brea y balbuceó algo ininteligible, había bajado la cabeza y parecía que iba a romper en llanto otra vez
-Te hice caso, papá. Siempre te hago caso. Siempre. Seguí tu consejo: haz que la Oscuridad sea tu aliada. La Oscuridad me hizo un regalo. Nos hizo un regalo.
-¡Tim! ¡Niño imbécil! ¡Qué has hecho!?
Cuatro brazos negros salieron del líquido y tomaron con fuerza las manos y las piernas del padre. De pronto, de esa brea emergió una forma filosa que lo decapitó. .
-He traído de vuelta a mamá.- dijo Tim con una voz débil, secándose la boca y reincorporándose.
Mientras sonreía, un brazo negro le rodeó los hombros y no vio más. El líquido lo cubrió y de repente se convirtió un una infinidad de enormes arañas que salieron de la casa y dejando todo intacto.