El Gran Regalo.
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El gran regalo
Por: Christian Arely Sandoval Hernández
La mañana de navidad en mis once años, encontré una caja gigantesca bajo el árbol, estaba decorada con un papel iridiscente al que la luz arrancaba todos los tonos del arcoíris y tenía un gran moño rojo esponjado, a su alrededor había huecos. No podrán imaginar mi ilusión al mirar a través de ellos y descubrir unos ojos tristones mirándome desde la oscuridad, había soñado tanto con recibir un Golden retreiver, había rogado, llorado, chantajeado a mis padres por él. No podía comprender como es que siendo los dueños de una gran compañía y teniendo una casa enorme no quisieran obsequiarme un simple perro. Ahora por fin era mío. Solté una exclamación de felicidad y me apresuré a deshacer el listón a pesar de que mis padres seguirían durmiendo en el piso de arriba, una vez desatado el papel crujió y las tapas de cartón se impulsaron hacia arriba por una fuerza que venía desde adentro, quedé paralizado: En el interior de la caja estaba yo. Mismo color de pelo, mismo rostro, pero con una apariencia mayor. “Soy tú en el futuro, quiero decirte que tu padres te odian, cuando empiece año nuevo dirán a todos que has muerto, te encerrarán en una habitación oculta dentro de esta casa y te van a torturar por años: Primero te van a someter a una operación para castrarte y después…” No podía prestar atención a la lista de horrores que el yo que tenía frente a mi estaba contando. Todo lo que podía hacer era observar ese rostro lleno de heridas y las manos que temblaban en el borde de la caja, cada una con tres dedos, estaba tratando de impulsarse hacia arriba y cuando lo logró permaneció erguido durante unos segundos y luego cayó derribando la caja, rebelando unas barras de carne que terminaban donde debían estar las rodillas. “…Te cortarán las piernas bajo la amenaza de que si intentas escapar de nuevo te cortarán los brazos” Dijo y se arrastró sujetando mis tobillos con todas sus fuerzas. “Viniste a advertirme para que pueda escapar” Susurré horrorizado “No, tus padres del futuro me enviaron aquí y me envolvieron para que veas en lo que te convertirás, me prometieron que si te decía esto nos pondrían a dormir. No intentes escapar, es inútil”. De pronto escuché a mis padres bajando las escaleras, comenzaron a llamar, mi yo del futuro aseguró su agarre sobre mis tobillos y tiró de ellos para derribarme, a lo que respondí con un golpe en su cara, nada grave, pero así mi mano encontró una herida que presioné con saña, mi yo se llevó las manos hacia el rostro a causa del dolor, me patee fuerte la cara antes de salir corriendo. Mis padres son poderosos en este país, probablemente tengo razón y no podré durante huir durante mucho tiempo, sin embargo por ahora me conformo con permanecer oculto y escribir esta carta por si alguien tuviera la compasión de creerme y buscar mi cuerpo en el sótano.