Blanquirrojo
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Ey tú … si tú … acércate hijo, el bien parecido, ven no tengas miedo, un poco más, te voy a contar una historia, bueno más bien tengo ganas de platicar con alguien y se nota que sabes escuchar a la gente, al menos eso quiero creer, verás nunca he sido bueno para detectar que es bueno o que es malo, tal vez por eso perdí mi empleo, mi casa, a mi familia y ahora vivo en un departamento de dos por dos arriba de un boliche y abajo de una pareja drogadicta, ¿Cómo lo sé?, no idea my man... pero todo es un cliché ¿no crees? de todos modos, me estoy desviando, lo que te quiero contar es que... apesto, ¿verdad? No lo había notado hasta que llegaste tú, hueles como a frambuesas, olor de niña sin ofender pero hueles bien, yo sin embargo tengo un hedor como a ñero y añejo, ya no siento mis ropas, ahora son parte de mi cuerpo, horrible, ¿no?, todavía recuerdo cuando mi mujer lavaba con suavizante, esos eran buenos tiempos y mis hijos… dos varoncitos bien parecidos, más a su madre que a mí, digo, mírame no soy un Don Juan por eso dicen que “verbo mata carita” pero ni verbo era, solo tuve suerte de encontrar una mujer que me comprendiera, fue mi segunda novia, mi primera esposa y con ella mi primera relación sexual, tranquilo joven, no me apena decir estas cosas soy un hombre sincero, tu ¿ya lo hiciste? Si, se nota en tu rostro, ¡eso es todo joven! Sin reprimir tus deseos, déjasela caer toda. Oye no te rías esto es serio, sabes algo, ya sé que vi en ti que me inspiró confianza, si… te pareces a mi hijo segundo, el pequeño de ojos azules, no tengo idea de porqué azules, mi esposa y yo somos de ojos cafés, corrían los rumores de que se acostó con el lechero, un muchacho de 18 años, Tomas era su nombre, muy buena persona, pero ya estaba harto de que me dijeran eso, el chisme corrió por todo el vecindario que un día, sin avisar le rompí una botella de leche en la cara, cayó en seco en el pavimento junto a un charco blanquirrojo; no te asustes joven, deja termino la historia, te va a encantar; tomé los 3 litros de leche que había dejado en el pórtico, subí a la recamara y ahí estaba mi esposa, mi musa dormida, con una mano la tome de su cuello, y con la otra le metí la botella por la garganta, no podía respirar, una fuente lactosa escurría de su boca mientras que sus manos se retorcían tratando de alcanzarme, la luz se desvaneció de sus ojos, ya no se retorcía más. Salí al patio y vi a mi hijo mayor jugando en la tierra, le dije - hijo, ¿quieres jugar?- Se acercó, muy contento, le dije –ven, bebamos un poco de leche juntos- tome un sorbo y el también, lo desmayé de un golpe, derramé lo que sobraba encima de su cuerpecito, no sufrió créeme, quebré la botella y con un vidrio le corté sus pequeñas venitas, no sufrió en serio, solo quedó un charco blanquirrojo sobre el pasto; mi hijo, el segundo estaba en casa de su tía recortando imágenes de revistas para un tarea suya, así que no pude salvarlo de aquellos rumores que estaban destruyendo a mi familia, pobrecito, ¡lo quiero tanto! Perdón, ya empecé a llorar, soy un sensible, perdóname joven, bueno, eso era lo que te quería contar, en verdad te pareces mucho a mi hijo segundo, gracias por escuchar a este pobre hombre, ya puedes irte, por cierto… me sobró una botella, antes de que te marches, ven… bebamos un poco de leche juntos.