¿ Real ?

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Luego del trabajo, pase por casa a buscar todo lo que había comprado, a pocos metros volví a buscar algo que había olvidado, claro que no podía faltar mi mayonesa casera, ya que me habían invitado a ese cumpleaños en el campo, solo por mí mayonesa.

Entrando al campo observé que algo se derramaba en el asiento, me detuve, saqué el frasco, limpié, de pronto el camino comenzó a transformarse de manera extraña. Arboles que solían ser verdes, se teñían de colores rojo y amarillo, como si estuviera en medio de un sueño surrealista. Las orillas llenas de grandes espinas con sangre.

Alguien iba caminando, una persona sobre la huella del camino, pensé que era alguno de los chicos que habían salido a cazar como de costumbre. Cuando llegue a su lado, le hablé, y descubrí algo tenebroso, Esta bestia emanaba un aura de maldad pura, su presencia era capaz de paralizar a aquellos que se atrevían a enfrentarla, su boca llena de colmillos amenazaba con devorar todo lo que se cruzara. Su rugido era ensordecedor, provocando escalofríos, ojos completamente negros como la inmensidad de la noche. Me quedé fijo mirándola, y solo murmuraba repetidamente: "te mato o te asfixia la serpiente".

No entendía nada, en un momento pensé que era todo una broma, pero no, mis manos comenzaron a sangrar de manera tal que mi ropa se ensució toda, sangre por todos lados. En ese momento, algo cruzó delante de mí, no alcance a ver bien que era, hasta que apareció una figura. Una serpiente colosal que despertaba temor y asombro. Su cuerpo se retorcía en espirales interminables, parecía nunca terminar. Su piel escamosa, tonos oscuros y brillantes, estaba adornada con patrones infernales que parecían arder con un fuego eterno, ojos penetrantes, llenos de una malicia siniestra que revelaban su verdadera naturaleza, mostraba signos de agresividad, en sus colmillos corrían el veneno destructor que podría matar y devorar a una presa de un solo bocado.

Mi corazón latía con fuerza, desesperado, me faltaba el aire, paralizado, en ese momento la serpiente golpeó mi auto volcándolo. Adolorido trataba de buscar alguna herramienta que pudiera utilizar como defensa. Recordé la bolsa con los cubiertos, mis manos se aferraron al cuchillo, este se veía viejo, oxidado, la cuchilla machucada, salí como pude y me preparé para enfrentar a la serpiente que se abalanzaba hacia mí con sus fauces abiertas.

Fue aterrador, pero con determinación, logré esquivar sus ataques mortales. En un descuido me alcanzó a enrollar con su cuerpo, y comenzó a estrujarme cada vez más. Con el cuchillo en mano, logré cortar su piel, lo que la hizo retroceder, me miró fijo a los ojos, y volvió a atacar. Finalmente, logré volver a herirla, de nuevo volvió a atacar, no recuerdo en qué momento clave ese cuchillo en su ojo, su chillido era ensordecedor, hasta que lentamente murió. Salí debajo de ella, y observé que mi auto estaba intacto, el corazón aún palpitante, manteniendo el temor dentro mío, mientras la serpiente había quedado atrás. Desapareció en lo extraño y surrealista de ese camino.

Creí que todo había pasado, pero a unos pocos metros, llegando a la casa, de nuevo la primera bestia se presentó, aún más oscura y espeluznante, emergiendo de entre los árboles. Más grande, sus cuernos retorcidos, sus ojos eran más negros aún, esas garras afiladas y dentadas llenas de sangre, me desafiaba con una risa malévola, me miró con una malicia aterradora y se abalanzó hacia mí con furia, con la intención clara de quitarme la vida.

Solo reaccioné a sacar el cuchillo, luché contra el pánico y me preparé para defenderme. La batalla comenzó de un momento para otro, con golpes y esquivas, pero la determinación ardiente en mi interior me impulsó a luchar con todas mis fuerzas. Me enfrenté a la bestia demoníaca. Aunque mis manos temblaban, sabía que mi instinto de supervivencia me guiaba, si había matado esa serpiente podía contra esta bestia, era él o mi vida.

Fue intensa y aterradora, pero a medida que nos enfrentábamos, yo tomaba más fuerza, en un momento siento que algo muerde mi gemelo, observo y descubro a la serpiente, pero en tamaño normal, solo atine a aplastar su cabeza con mi pie explotando en sangre, la destruí, y algo extraño comenzó a suceder. El paisaje a mi alrededor comenzó a cambiar, como si estuviera disolviéndose en la oscuridad. La figura demoníaca se retorcía y se desvanecía ante mis ojos, emitiendo un grito espeluznante, mientras lo hacía su rostro se convertía en una persona, a la cual yo había conocido hace muchos años atrás.

Finalmente, desapareció por completo, me encontré de vuelta transitando por el camino, rodeado de árboles verdes y saludables. Mi ropa estaba limpia y mis manos ya no estaban cubiertas de sangre. La pesadilla había terminado.

Con la adrenalina todavía fluyendo por mi cuerpo, el corazón lleno de asombro por lo que había experimentado, divisé a quinientos metros la casa, el fuego, mis amigos, suspiré y agradecí haber llegado.

Aunque no sabía explicar lo que acababa de ocurrir, llegué, me bajé, saludé a todos con alegría. Un día extraño, uno que nunca olvidaría, que me hizo reflexionar sobre cómo la vida puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos.

Esa noche, mientras miraba las estrellas en el cielo, me di cuenta de que había experimentado algo fuera de lo común, algo que me recordaría la fragilidad de la realidad y la fuerza de mi propia determinación. Todo era perfecto, hasta que sentí a alguien que dijo:" si no te mata, te asfixia".

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