Madre

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Una mañana tranquila en la oficina del estudio jurídico “Prada & Muriel”, Greta Vélez, una abogada joven, se encuentra en un caso importante que podría ascenderla como socia corporativa. Aquel caso que venía trabajando era un contrato privado que iba a celebrar la empresa “Cortex” y la ciudad. Sin embargo, por un cambio de planes inexplicables, su estudio jurídico la envía a un pequeño y apartado pueblo llamado Miragua. Aquella orden le disgustó a Greta, pero la razón por la que ella tenía que ir al pueblo era para asegurar la cooperación de los habitantes con el proyecto que involucraba la participación de “Cortex” y la ciudad vecina. Su única misión era entrevistar a los habitantes, persuadirlos para firmar los documentos necesarios que apoyan, y benefician, a “Cortex”, entregar los documentos a la ciudad y que el proyecto pueda iniciar. Greta quería cumplir con estas tareas antes del fin de semana y poder concluir con el acuerdo esa misma semana. Al llegar al pueblo de Miragua, Greta se percata que el lugar es muy desolado y tétrico. Pareciera como si todo el pueblo se hubiera detenido en el tiempo. Cada cuadra, cada esquina y cada casa guardaba una sensación oscura y misteriosa que escalofrió a Greta. A pesar de ello, Greta se dirigió al hotel del pueblo y se registró para poder hospedarse. Conversó un poco con Robín, un joven que se encontraba en la recepción del hotel y, por último, decidió caminar para conocer un poco más el pueblo. De pronto su caminata se vio interrumpida por el sonido de la voz de una mujer mayor, era Margaret, la alcaldesa del pueblo de Miragua. Le dio la bienvenida al pueblo y le indicó que había recibido la notificación de la ciudad y del estudio jurídico de la visita de Greta. A su vez, Greta saludó a Margaret y le agradeció la gentileza por recibirla en el pueblo. Coordinaron una cita para el día siguiente porque Greta necesitaba entrevistar a todas las personas del pueblo y concretar la firma de unos documentos. Margaret aceptó y se despidió de Greta. Antes de que finalice la noche, Greta se detuvo ante la iglesia principal y observó la imagen religiosa de una Virgen con una frase a sus pies que decía: “Bendita tú eres entre todas las mujeres”. Después de un silencioso rezo a las afueras de la iglesia, Greta volvió al hotel y optar por descansar. Al siguiente día, Greta se reunión en las oficinas de Margaret para poder concretar la reunión con el pueblo y que se realice la entrevista. Margaret leyó los documentos que firmarían las personas del pueblo y aceptó. Horas más tarde, todo el pueblo se juntó en su pequeña plaza central y se llevaron a cabo las entrevistas. Al ser muchas personas, este trabajo llevaría días, pero era necesario para poder conseguir el número de firmas en aquel acuerdo y la ciudad pueda cerrar aquel acuerdo con “Cortex”. El primer día, Greta entrevistó a todos los jóvenes del pueblo para conversar con ellos y explicarles sobre lo que “Cortex” quería realizar en el pueblo y tener así la autorización de la ciudad para realizar la obra pública. Este acuerdo, beneficiaria al pueblo debido a que “Cortex” quería aumentar el turismo y también generar más ingresos para el pueblo para garantizar mejoras a futuro. Sin embargo, los jóvenes tenían otra mentalidad, ellos querían salir del pueblo y realizar su futuro en la ciudad, en la capital o en el extranjero. El pueblo no era lo que solía ser antes y a ellos les aterrorizaba cada segundo que estaban ahí. Al siguiente día, la entrevista de los adultos no fue distinta. Todos soñaban con conseguir un trabajo en la ciudad y retornar solo los fines de semana al pueblo. A diferencia de los jóvenes, ellos sabían que no tenían posibilidad de poder escapar del pueblo, pero querían forjar un futuro para su descendencia. Entre ellos aseguraron que el pueblo no tardaría en convertirse en un pueblo fantasma porque el Estado y la ciudad no se preocupaban por ellos y estaban haciendo caso omiso a las desapariciones. Lo que había iniciado como un acuerdo entre el pueblo de Miragua y el estudio jurídico de Greta, se convirtió en un caso más especial y personal. Greta sabía que, a través de "Cortex", podía ayudar a las personas con el problema económico y escapar a un mejor futuro. Por ello, se propuso a hablar con la alcaldesa para proponerle hacerle hincapié sobre lo que estaba sucediendo en el pueblo. Margaret indicó que ella estaba al tanto de las desapariciones, pero que el Estado y la ciudad tenían abandonado al pueblo de Miragua, por eso es que los problemas principales en el pueblo eran los escases de recursos, dinero y trabajo, pero no quería que sus habitantes se vayan del pueblo. Greta le indicó que buscaría una solución dentro de “Cortex” y también hablaría con la ciudad. Esa misma noche, Greta se quedó realizando los reportes de las entrevistas y armando los cientos de expedientes con los documentos firmados que necesitaba “Cortex”. En un apartado, realizó el borrador de un documento que sería firmando entre las personas del pueblo y “Cortex” para contratar a las personas del pueblo en las obras publicas que se realizarían. Ella sabía que podría ser una jugada arriesgada, pero las entrevistas y los documentos firmados crearían en “Cortex” una obligación tácita que lograría que acepten el documento. Aquella madrugada, un grito de horror alertó a Greta que desesperadamente abrió su ventana para ver que sucedía. Pero en aquel pueblo lúgubre y de calles oscuras, aquel gritó desapareció. Greta salió rápidamente del hotel y siguió el rastro de donde había provenido el gritó de horror, se percató que había rastros de algodón dispersados en la calle, pero el rastro se perdía al terminar la esquina. Motivada por la responsabilidad, no se detuvo hasta poder conseguir alguna prueba, bajo una perspectiva distinta, su instinto la llevó a aventurarse por las afueras del pueblo. Su búsqueda no tardaría en acabar cuando llegó a una extraña casa antigua a orillas de un río. La oscuridad a su alrededor consumía aquel páramo tenebroso y solo la luz de la luna alumbraba aquel tétrico lugar. Al adentrarse en la casa, Greta observó una gran cantidad de algodón dispersado por todo el suelo y supo que estaba en el hogar del raptor. Siguió adentrándose en el hogar hasta que descubrió unas escaleras que la conducían a un sótano. Al bajar, su cuerpo se paralizó por completo y el horror se apoderó de la habitación. Todos los desaparecidos del pueblo estaban colgados y sus cuerpos estaban rellenos de algodón. Al girar para salir inmediatamente del sótano, recibe un golpe en seco que hizo que cayera desmayada. Al despertar se ve amarrada a una silla y frente a ella, desde la oscuridad de aquella casa se revela Margaret, que le confiesa que ella es la responsable de las desapariciones. Margaret afirmaba que ella era la madre de todos y una madre no quiere que sus hijos abandonen su hogar. Por ello, ella tenía que conservarlos para siempre bajo su cuidado. Margaret, consumida por la locura y el miedo a quedarse sola, decide que Greta también debe unirse a su "familia". Greta logra liberarse y confrontar a Margaret, pero se percató que ella tenia grandes agujas y algodón en sus manos. El miedo se apoderó de Greta y pensó que seria mejor escapar. Se abalanzó sobre Margaret para quitarle las grandes agujas. En un gran forcejó entre ambas, la aguja se clava en el abdomen de Margaret y comienza a desangrarse. En su desesperación y angustia, Greta le siguió clavando las agujas a Margaret hasta matarla. Greta huyó de la casa en dirección al pueblo, recogió sus cosas del hotel y tomó un carro hasta la ciudad. A las horas, llegó a la ciudad y se comunicó con personal de “Cortex”, pidió una audiencia con ellos y con el alcalde de la ciudad. Greta les explicó lo que había sucedido y solicitó apoyo para recuperar los cuerpos. El alcalde dio en disposición a las fuerzas policiales y personal de “Cortex” brindaron los vehículos para desplazarse hasta el pueblo. Al llegar, Greta los llevó hasta la casa a las orillas del río, pero nuevamente la locura se había desatado en aquel recinto. Al entrar, Greta, los policías y personal de “Cortex” observaron a los desaparecidos que estaban rellenos de algodón sentados en una gran mesa y en la cabecera de la mesa estaba Margaret completamente rellena de algodón. Los policías hicieron su trabajo sacando los cuerpos para derivarlos a la ciudad y el personal de “Cortex” aceptó la propuesta de brindarle el trabajo a los habitantes del pueblo de Miragua con la opción de que logren un mejor futuro dentro de la empresa y en otras sedes alrededor del país. Antes de salir del pueblo, Greta indicó que se detengan en la iglesia porque quería hacer una pequeña oración por los fallecidos y sus almas. Al acercarse y levantar el rostro, el horror se apoderó de su cuerpo y desprendió un grito. Personal de “Cortex” bajó del vehículo para auxiliarla y se cuestionaron el por qué reaccionó de esa manera. Sin embargo, al cabo de unos segundos lo entendieron, al levantar el rostro vieron la blasfemia que había cometido la alcaldesa de Miragua. Margaret había colocado su propio rostro en la figura religiosa de la Virgen. Un rostro, deformado por la locura y la desesperación, que miraba fijamente como se helaba la sangre de Greta.

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