Su mamá le decía,
_ Hijo ordena tu pieza, se criarán arañas en tu desorden.
A pesar que desde muy chico le tenía miedo a las arañas siempre mantenía su pieza muy desordenada, para él solo bastaba con mirar los rincones, mirar debajo de la cama, sacudir la ropa y listo.
Esa mañana, se le olvidó sacudir el pantalón, la araña camino por su pierna y al primer movimiento que se sintió amenazada, lo picó.
_ Mamá, mamá me pico una araña.
La mamá lo llevo a urgencias. La picadura era leve, no había nada de que preocuparse.
Pasaron los días y la herida no sanaba. Un día por la noche, la picadura comenzó a hincharse, a formarse muchas ampollas y al interior de ellas, pequeñas arañitas crecían. El dolor aumentaba, las ampollas comenzaron a volverse más grandes, hasta que reventaron y las arañas salieron cubriendo todo su cuerpo. Comenzó a moverse, tratando de sacarselas con sus manos.
_ Mamá!!! Mama!!! Gritaba con fuerza.
Desperto en el hospital, todo había sido una pesadilla...
En el Medio Oriente, Aiko, una ingeniera aérea, descubre un espejo de jade con grandes poderes celestiales. Junto a Hiroshi, enfrenta una lucha de poderes. Despertando a los dioses mecánicos para restaurar la armonía, forjando un equilibrio en el cielo metal y la tierra seda.
Y se hizo uno con su entorno.
El bisturí atravesó mis tejidos hasta desgarrarme el abdomen. Palparon mi intestino grueso. En las manos de mis torturadores parecía un gusano. Indefenso, oprimieron mi órgano con múltiples tenazas, y utilizaron los alicates para estrujar cada milímetro de intestino...
Escúchame Silvia, te he traído hasta aquí por una razón. Aunque estés atada y amordazada, debes confiar en mí, por eso somos amigas. No te preocupes corazón, estoy aquí, contigo —beso tus mofletes—. Mira mis ojos, respira; acuérdate de cómo jugábamos juntas ...
