Renuncia Laboral.
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08:00 Me traen el desayuno y los caramelos que saben mal.
09:00 Me llevan hablar con la persona cotilla.
11:00 A veces hacemos cosas fuera de lo habitual…
13:00 Me llevan al comedor y me traen el almuerzo.
15:00 Sala grupal.
21:00 Me traen los caramelos otra vez y me dan la cena…
Es el horario que llevo todos los días, es aburrido y no me gusta; se lo he hecho entender muchas veces a las personas raras vestidas de azul, pero a los que vamos de blanco nos tratan como si fueran tontos y no supiesen comunicarse, claramente lo son; sino ¿Por qué estarían aquí mientras los soportamos? Me estoy cansando de este trabajo.
08:00 Me traen el desayuno, y los caramelos que saben mal… Pero esta vez no me apetece comerlos y los engaño metiéndolos bajo mi lengua para que no se sientan mal por no conseguir que me los coma.
09:00 La persona cotilla hoy me resulta más molesta de lo habitual, pero no quiero parecer una persona maleducada así que, en lugar de decirle alguna grosería, le quito la libreta, le golpeo con ella y veo como salen flores rojas de su labio. Algunos de los de azul entran en la sala, se alteran y tengo que dejar que me sujeten, no vaya a ser que se hagan daño…
11:00 Me han dejado aparte en mi habitación, no hay actividades para mí en lo que queda de día.
13:00 Guardé los caramelos en mi único bolsillo hasta ahora y se los doy a otro de los que trabajan conmigo, se ríe y no pregunta, parece que le gustan, aunque luego se lo llevan corriendo en una camilla. Uno de los azules viene a preguntarme que estaba dándole a mi compañero; finjo no saber de qué habla y cambio de tema mostrándole mi tenedor de plástico. ¿No lo ve? ¿¡No lo ve!? No son cubiertos normales, podrían darnos alguno, tampoco pido tanto, es como si fuésemos niños. Lo acerco más. Grita y se lleva las manos a la cara. Chilla mucho, mancha sus ropas azules de rojo, más flores… definitivamente están todos locos, pero es bonito ver como sacan sus emociones. Vienen a por mí más azules.
15:00 Me han dejado en la habitación con ataduras puestas, toca esperar a la cena.
21:00 En la cena vuelvo a engañarlos con mis caramelos, no los tomo.
Me voy a dormir. Pero creo que mañana renunciaré al puesto. Ni siquiera dije que sí al entrar, al menos sé desatarme y prepararme para mañana.
08:00 Ya me he despertado. Estoy esperando a que entre alguien a levantarme. Y ahí está, uno de los azules que mejor me cae; así que nada más entrar me escondo tras la puerta, lo empujo con fuerzas y me lanzo sobre él para golpearle la cabeza contra la mesita de noche varias veces. Listo, a dormir. Es por su bien, lo escondo bajo la cama antes de que llene el suelo de un charco de flores rojas, sus ojos están abiertos y felices; dice que le he ayudado. Pues claro.
09:00 Hoy no voy con la persona cotilla tampoco parece que haya venido a trabajar, quiero hablar con el jefe, algunos azules me detienen, pero les explico que nadie ha venido después del desayuno a buscarme y que he decidido irme a casa. Tengo que escapar, por suerte; me conozco el edificio.
11:00 No he encontrado al jefe, todo el mundo está nervioso y me intenta detener. He cogido un cuchillo de las cocinas, es un cuchillo de verdad. Me cruzo al salir con alguien que me reconoce, pero consigo rasgarle la piel con el filo, meto los dedos en la herida del cuello, y estiro hacia afuera de esas cuerdas y cables rojos que tiene dentro, chorreantes de flores. Por fin algo más de color, algo de alegría… Entiendo que se sienten aliviados cuando les saco todo eso tan bonito que llevan dentro.
No sé qué hora es, creo que hace falta más emoción en este sitio; así que activo la alarma de incendios, con un mechero que he encontrado en una taquilla, hacía tanto que no paseaba bajo la lluvia que esa sensación me hace sentir algo similar, es tan alegre... Corro y salto, por el camino otro azul aparece y el cuchillo parece cobrar vida, se le clava en el vientre y sale disparado un chorro de color que se mezcla con la lluvia que sale del techo y aparece un precioso arcoíris, con lianas retorcidas saliendo del enorme corte.
No he encontrado al encargado, ni al jefe. Pero ya no importa, presentaré mi dimisión por carta. Varios pasillos están teñidos de ríos de color rojo, flores y formas bonitas se dibujan entre ellos, aunque la alarma ya se ha apagado y ya no llueve. Hay muchos azules con sonrisas en sus caras descansando por el suelo, están tan contentos de haber sido liberados del trabajo opuesto. Me había costado entender que ese era el objetivo del puesto.
Camino hacia la puerta. Voy a irme, espero encontrar ahí fuera mucha más gente que necesita ser liberada de sus horribles trabajos, puedo escuchar sirenas cercanas, todo va perfecto una vez más . Aunque no he podido presentar mi renuncia en el hospital.