Manchas En El Techo
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En la esquina de Emilio Lamarca y Tinogasta en la ciudad de Villa del Parque , hoy, hay un café, pero 100 años atrás fue el hogar de mi familia materna.
Toda mi infancia transcurrió en ese lugar. una casona antigua con techos altos y paredes despintadas de varios colores , un patio central , un zaguán, la escalera que te llevaba a la terraza adornada con malvones rojos y fucias , un living con pisos de pinotea al igual que el resto de los dormitorios.
Dormíamos con mis hermanas en el cuarto de la abuela , siempre tenía preparada una cama grande para nosotras y antes dormir , nos hacía mirar el techo. De las manchas de humedad y viejas pinturas nacían sus historias, sus microrelatos . Como niñas nos sumábamos a su gran imaginación y de esas cáscaras, manchas y colores , nacían caras y personajes que hilaban una historia de la que nunca llegábamos al final por quedarnos dormidas.
El tiempo pasó, la casa se vendió, pero algo de lo que ella nos inculcó no se fue , no sé si llamarlo don o maldición pero de grande adquirí la capacidad de interpretar lo que dicen las paredes, su historia, quiénes están, quienes se fueron y qué hacen todavía atrapos en ellas.
Así supe muchas cosas que luego pasaron , así entendí el pasado de muchos , su presente y el futuro.
Mi cuarto es de paredes de ladrillo , a veces aparecen escritas como con un punzón , trato de no ver porque me agota , me desfocaliza y me quita la energía.. Las inscripciones van cambiando , nunca siguen siendo las mismas, aparecen nombres, números, fechas, imágenes, caras pero ya no son las historias de la abuela que me permitían dormir , si las miro me desvelan y me preocupan.
Una noche mientras me preparaba para descansar leí un nombre muy remarcado en la pared, fue inevitable correr la mirada , decía " Fernando" y al lado de la palabra apareció el número tres.
Vivo sola hace años y mi cuarto tiene una ventana que da a la calle.
Me quedé dormida , un olor a humo parecido al de los cigarrillos que fumaba mi padre me desestabilizó, miro la hora y eran las 3:00 de la madrugada. De repente, en un estado que no puedo explicar, mentalmente me dijeron : -Ahí viene!
Casi al instante , alguien abrió la ventana de mi cuarto de golpe e intentó entrar , o agarrar algo , no sé que quería pero reconocí su cara , era Fernando , un vecino poco sociable que hacía poco se había mudado al barrio.
Comencé a gritar y pude ver que tenía un arma, disparó pero la bala quedó en la cama, mi alma ya no estaba entre esas sábanas. En un ataque de desesperación tomé la tijera y comencé a lastimarlo hasta que desistió y se fue.
Llamé a la policía, y con la indiferencia que los caracteriza, me pidieron que haga la denuncia , lo buscaron , lo encontraron herido y se lo llevaron . Me sentí tan vulnerable! tan desprotegida! y que trataron toda esa situación de terror e invasiva como algo administrativo, dejé de confiar en ellos y ahora confío en mis paredes.
Murciel