El Asesino De La Medianoche

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Es media noche, el frio polar entumece hasta los labios en todo Milán, el tren acuático mes movido por las misteriosas fuerzas telúricas, lo que pasa en los laberintos multiformes de un asesino, es el poder ejecutar un abominable teatro, en el que podrán a bailar a los dioses muertos adentro de las tumbas de las necrópolis. El frio polar recorre con toda su espantosa niebla la metrópolis, el asesino avanza con su carro del odio por la vías de la carretera del rapto de Europa, si lo delineara con su pincel Goya, en el trasfondo aterrador de la acuarela citadina de los cosmopolitas, se vería que en las montañas que están hundidas en el océano atlántico, duermen soñando pesadillas con los laberintos de millones de años de la era del Pleistoceno, los gigantescos dinosaurios que fueron asesinados por los puños destructores de los que les inculcaron el conocimiento prohibido de la ciencia de las estrellas a los faraones en Tinis, el asesino siente que contempla todo esto al ver los destellos d los carros, empuña su arma, juega con los dados de su situación fatal, se pone su máscara, nubla la totalidad del cosmos en su alma, se pregunta a quien tenía que primero liquidar, ve el tiempo su continuidad de los dramas cósmicos, todos los secretos que emergieron del nacimiento de la flor del universo se alejan d la mente de este hombre que trata de caminar en los sempiternos Saturnos que llora Lucifer detrás de las montañas de Capricornio, mirando en el retrovisor del auto en marcha, la melancolía sube por las tormentas de nieve, los eones dibujados en los rostros que el confunde con enemigos imaginarios, están suspendidos en su mente como lámparas de una inmensa melancolía, van flotando como carbúnculos de una horrísona explosión en su mente, el comienza a gritar porque él sabe que lo que va ejecutar es un teatro de operaciones, mientras él se mira de reojo los planos delineados en la retícula dela carretera, mira a lo lejos, las historias de los poetas transeúntes sin una identidad que ven las líneas de los navegantes del Éufrates que se ha secado y trae de vuelta las alas de los imperios de la muerte de vuelta a la tierra. en las cenizas de los símbolos de la derrota. Canta la victoria de otros universos de una derrotada Germania Magna, hacia los hipotéticos avernos, vigila en la oscuridad, en la que el acecha en la dualidad, pone el tablero del juego en el carro, limpia su arma, estaciona su carro que gira a toda velocidad cerca del puerto, se abre un portal hacia otra metrópolis, un rayo que emerge desde lo profundo del espacio exterior ilumina la soledad de la Sinarquía de Carteles Bancarios, ellos controlan las hipotéticas realidades de una simulación de millones de futuros que no existen. Se pone su máscara y su chamarra de piel, carga su rifle de vacío molecular, en las montañas de los Alpes suizos cabalga la muerte sin rostro, ella va cantando una canción con su guitarra española, el lamento abre las heridas de siglos por todas las realidades que tratan de destruir la sinarquía de carteles bancarios de Zurvich. El asesino piensa que es demasiado joven para morir como un mártir, empuña su arma y comienza a liquidar a los custodios imparciales con el plomo de Saturno, ellos vuelan como cuerpos en llamas, el asesino porta sus rieleras de balas de plomo y vacío molecular, las explosiones de los disparos resuenan como monstruos agonizando a la media noche, la luna roja completa la copula de los cadáveres destruidos en terrible oscuridad por parte de la oscuridad. El asesino soñaba con los ángeles blancos con paraguas negros y los ángeles negros con paraguas blancos, ellos con caras horribles que se deformaban en las estructuras del tiempo-espacio, se reían maliciosamente de él, él no lo soportaba, al despertar sentía los fríos sueños del sudor ultravioleta recorrer hasta la médula de los pasadizos subterráneos de Germania Magna, llegaban hasta los cielos arquetípicos del primer rumor de sueño celestial que había perdido la humanidad en los desiertos escarlata en la tierras de Nod, ahí cuando el Arcángel de la Muerte hizo que floreciera una rosa roja en el corazón de Caín, mientras Caín derramaba las lágrimas de sangre porque no podía morir, la inmortalidad fue su castigo no su premio. Desde ahí el asesino emergió, para derrotar sus demonios interiores, iba liquidando con su rifle a cientos de custodios imparciales, hasta que llegó a la sala principal de la Sinarquía de Carteles Bancarios, ahí estaban los hombres de la Orden de los Gnomos de Zurvich, portaban sus cráneos y sus esqueletos cibernéticos, trataban controlar todos los imperios del mundo al cerrar su puño, pero el tiempo justiciero había tocado a su puerta y ellos le abrieron. El asesino dividió los cielos de la sentencia y disparo hacia el centro del Colisionador de hadrones, mil soles emergieron de una explosión de unas bocanadas de soles más antiguos que ardían en la melancolía, mientras el asesino saltaba por los abismos escapando de la poderosa explosión que borraba a millones de Zurvich de otros universos, para terminar la sentencia y dar el caso por cerrado, la muerte cabalgaba sin rostro abrazando los cadáveres cibernéticos muertos en la soledad de la inteligencia artificial, mientras el asesino armaba los monolitos de la media noche.

 

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