Escalofrios

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ESCALOFRÍOS

Me senté sobré la orilla de la cama, en ese instante ingresaron los señores Miller,
despreocupados, tomando las dos maletas que habían permanecido debajo de las camas,
sin dirigirme siquiera una mínima mirada, protestaron
Que tengas una buena noche, feliz Halloween.
Suspiré al verlo retirarse, sentí mi alma y mi cuerpo relajarse, de repente la televisión se
prendió con una animación de caricaturas, me levanté de golpe retrocediendo hacía la
ventana. Escuché toques tras toques antes de escuchar su delicada voz.
Chris, Chris déjame entrar, quiero ver dibujos -grito con una pizca de emoción en su
voz- ¿Chris? ¡Chris!
Esta vez su voz fue demandante y furiosa, cada vez, aumentaba su poder y ahora, una
voz profunda se apoderó de él. Inevitablemente giro mi rostro hacía el exterior de la
ventana, en el jardín, mi vista se centra en un pequeño niño corriendo alrededor de un
banco, el terror se asemejo en mi esplendor, ahora la voz de Peter se escuchaba lejana,
mi atención se centraba en ese risueño pequeño. Se escuchó resonar un golpe de una
botella detrás de la puerta, me asusté y di un saltó, el niño del jardín elevó su vista hacía
mí y yo dudoso sostuve su mirada.
¡Chris, me hice dañó! -pedazos delgados de vidrios ingresaron por debajo de la puerta,
aquellos pedazos tenían una capa de líquido espeso color rojo.
Me balanceó hacía atrás y suspiró, caminó sentándome sobre mis pantorrillas. Observé
con detenimiento cada rastro que ingresaba, el líquido que seguía deslizándose hacía mi
dirección por el liso piso y sus gritos seguían sin cesar, ignoré cada una de sus súplicas,
cada una de sus palabras desgarradoras hasta que susurró.
Papá y mamá están heridos...
Me quedé inmóvil y me levanté, no dudé en abrir la puerta porque en ese entonces mi
cuerpo y mente sólo estaban en alerta, al salir, vi la escena más espantosa que mis ojos
pudieron contemplar, una escena que jamás olvidaré, que quedará marcada por el resto
de mi vida si sobrevivo. En el piso, estaban sus padres desplomados y varios pedazos de
vidrio insertados en cada parte de su cuerpo y rostro, sus ojos estaban por desligarse de
su nervio óptico, había trazado una línea acabada en el cuerpo de sus padres, desde su
recto abdominal hasta su ombligo externó, sus brazos tenían leves pero varios cortes y
su rostro casi desfigurado, mi sorpresa incrementa al ver los ojos de los señores Miller,
tal vez sus ojos estaban casi sobresaliéndose pero había un pequeño brillo, un pequeño
brillo de temor que poco a poco fue apagándose, al igual que sus vidas.
Pero...que hiciste -retrocedí aturdido, queriendo escapar cuánto antes.
Yo no hice nada, ellos -no le permití proseguir cuando me altere inesperadamente.
¡Tú lo hiciste!
El lloró desconsoladamente, aproveché ese momento para bajar sin freno alguno, antes
de salir, Peter me empujó hasta hacernos ingresar a ambos a la cocina, palidecí al verlo
tomar un cuchillo para manejarlo con facilidad. Sentía desmayarme en cualquier
momento, con la poca fuerza que aún me quedaba, intenté luchar, dando golpes en el
aire intentando zafarme de su ahora agarré, elevó su brazo con el filoso objetó
amenazador, sus manos estaban con venas sobresaliéndose de su piel, venas notables
con exagero, soltó aquella cosa, rozando con mi pierna y creando un herida. No pude
evitar soltar un grito desgarrador que fue silenciado con la gran mano de Peter, su otra
mano la colocó al rededor de mi cuello y puso presión sobre está, esta vez no luche, no
lo hice y no pensé en hacerlo, debía admitir que era desesperante no sentir el aire
refrescar mis fosas nasales, mis labios estaban secos y aunque quería adquirir aire por la
boca, su fuerte agarre no me lo permitía.

Me dedicó una sonrisa antes de cerrar mis ojos, sentir un cálido beso sobre mi frente y
un susurró que heló mi sangre: "dulces sueños".
Abrí mis ojos y me encontraba en su cama, era de noche pero estaba nuevamente en su
cama, me negué a repetir mi antigua rutina, bajar corriendo. Caminé cuidadosamente y
no habitaba nadie en aquella casa, según yo, abrí la puerta y estaba a punto de salir,
correr hacia mi coche estacionado en buenas condiciones aún. Iba correr cuándo me
acordé de mis llaves, miré hacía la puerta cerrada pero no, no ingresaría. Miré
inevitablemente hacía el jardín en dónde aquél niño de mi sueño jugaba con mi llave,
con lo que tanto necesitaba en estos instantes. Trote hasta estar casi cerca suyo, él no me
vio según yo pero se alejaba en cuanto me acercaba aún más, note cómo se dirigía hacia
la parte trasera de la casa, no estaba para juegos.
Niño, necesitó mis llaves -le susurré mientras él sonreía con su "nuevo juguete".
En fin habíamos llegado hacía una pequeña puerta baja, el niño la abrió con facilidad y
se sostuvo de unas barandas bajas para ir hacia ahí, hacía lo oscuro. Lo seguí, lo seguí y
todo estaba oscuro bajó, era de suponerse sin embargó, era tan oscuro que sentía que iba
a tropezar con alguna objetó o aún peor, toparme con Peter, suspiré con temor. De
pronto, una luz tenue que provenía de una mesilla, se encendió, de ella, una espalda
familiar estaba delante de una camilla, prohibiéndome la vista de algo que no lograba
ver, algo me indicaba a caminar, la curiosidad se apoderó de mí con una gran capacidad
que ni yo mismo sabía que podía sacar. Me acerqué a pasos lentos, y finalmente pude
ver al pequeño que reía con mis llaves en aquella camilla, no estaba feliz, no era el niño
risueño que había visto anteriormente, ahora en su rostro se percibía el dolor, con sus
ojitos cerrados, sus labios los cuáles liberaban bajos y casi silenciosos sollozos ante el
dolor.
— Tus padres lo creerán, si lo creerán, tu muerte me revivirá, revivirá al niño interior
que llevó dentro.
Algo una voz gruesa.
deslicé mis ojos hasta su pequeño abdomen en el cuál el hombre había apuñalado un
cuchillo, elevó nuevamente el artefacto y lo volvió a incrustar sobré su pecho, aturdido
y con miedo estaba decidido a correr para salvar mi vida o por lo menos darme media
vuelta para no seguir viendo tal acto de atrocidad que no podía soportar.
— Por favor, ayúdame.
Una voz suave y entrecortada imploraba de mi ayuda, me gire asombrado, con una capa
de lágrimas sobre mi mejilla lo vi, con sus brazos extendidos hacia mí, el no lloraba
pero tenía una expresión lamentosa mientras el hombre que permanecía con su rostro
bajó, extraía sus extremidades y entrañas, con asco vomité, sudando frío sin poder creer,
sin poder creer lo que veía, sin poder asimilar nada de lo que pasaba en mi vida.
— Vamos Chris, conseguí los adornos para Halloween.
Entonces, una corriente eléctrica pasó por mi columna vertebral, aquella voz era de
Peter, había alzado su rostro y podía verlo con claridad, simplemente su rostro y la
mitad de su anatomía cubierta. Me negué a tomar su mano la cuál libre la había estirado
hacía mí, la contraria cargaba un balde de sangre espesa con las entrañas.
— Vamos, luego ¡Podemos ir a pedir dulces!
Me volví a negar, dispuesto a correr para buscar las escaleras pero de pronto, la puerta
se cerró fuertemente haciéndome sobresaltar.
— Escúchame Peter, abre la puerta.
Le ordené suspirando y apretando mis puños.
— Lo abriré pero si me prometes que ambos decoraremos la casa.
Habló con entusiasmo, casi gritando. La voz del niño ahora sin vida, llegó a mi mente
con un mensaje que me erizó por completo.

— Bien, bien, vamos....
Susurré tomando su mano completamente manchada, lo sentí suspirarme al oído
mientras me guiaba hacía unas escaleras para nada visible, con cuidado me apoyaba
para subir, abrió la puerta con su propia mano y pude ver el cielo, algo que realmente
necesitaba, pude aspirar el aire fresco.
Apreté la mano de aquél hombre el cuál había matado al verdadero pequeño Peter, me
parecía extraño no ver a personas transitar por aquella calle, menos a los vecinos, las
casas mantenían un aspecto curioso pero ningún ruido se percibía. Ingresamos a la casa
y solté su mano, subimos a su habitación, ignorando los cuerpos sin signos vitales que
permanecían en el piso. Se subió sobre su cama y aproveché ese momento para correr
hacía la planta baja, abrí la puerta y corrí fuera, corrí hacía mi noche y mientras me
dirigía hacia ahí, la llave apareció sobre mi mano, sonreí con nervios y abrí la puerta,
me senté y estaba a punto de encenderlo hasta que sentí una presencia detrás mío, mire
hacia el espejo retrovisor y vi al hombre empapado de sangre, con su expresión
fastidiada.
— Me traicionaste......
Arranqué sin pensarlo dos veces y me seguí hacía un lugar lejano, busque mi
encendedor y se lo lancé al hombre, salí rápidamente del coche y lo vi quedarse
inmóvil, mirándome desde dentro. Suspiré y camine tranquilamente hacía mi casa que
quedaba cerca, entré sentándome sobre mi sillón, fui a tomar una ducha luego de unos
minutos preparándome una taza de café, escuché unos ruidos dentro de mi habitación
pero me centre más en el canal que transmitía en la televisión.
— Chris, tú habitación es cómoda.
No, no puedo creerlo, el seguía vivo, estaba con una bata blanca saliendo de mi
habitación, con una taza grande que no descifraba su contenido.
— No puedo más, me estoy volviendo loco ¿No es así? —Me levanté retrocediendo
hacía la puerta.
— Oh, no Chris, no estás loco pero, aún no se cumplen los días en los cuales me debes
cuidar, no seas tramposo, anda, vamos a jugar.
Claro, iremos a jugar, intentaré soportar unos días o hasta que mi cuerpo y mente
soporten este aterrador momento. Sonreí al ver como Peter me abrazaba para luego
verlo estrellar una botella de vidrio sobre la cabeza su nueva víctima, y así, las horas
seguían mientras él le quitaba la vida a cada persona que veía pasar, me iba
acostumbrando, me debía acostumbrar, yo acepté esto, lo acepté.

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