Tengo que contar de mí. Puedo dar fe que escribo desde que tengo memoria. No fui digno con la poesía y navegué, entonces, la narrativa. Hoy por hoy me siento cómodo dentro de la dramaturgia, una extremidad de esa criatura que es el teatro y de la que formo parte desde hace tiempo. Cuando las tablas no soportan algunos relatos en los cuerpos de actores y demás artilugios escénicos, se convierten en relatos o cuentos. Siento que de una u otra forma necesitan respirar, estar, mi pequeño guiño y esfuerzo (quizá refutable), de digna existencia para con esas historias.
“Sólo quería salvar a los perros.”
Evaristo reconstruía en su mente haciendo un gran esfuerzo por superar la somnolencia causada por el somnífero que le fue inoculado.
Recuperó la conciencia sólo para reconocer que se encontraba aferrado a una silla ergonómica de metal. Pudo reco...
