El Prisionero
star star star star star
Darius se encontraba hablando con Camille cuando el portorriqueño entro en el salón.
- Mi gran amigo, al parecer todo ha salido según lo planeado - dijo Darius.
- Si mi Señor, la transformación de los hombres lobos funcionó como se esperaba, su rabia por los vampiros era incontrolable. Uno de ellos, debió contar su mano para evitar caer durante la batalla.
- Mi Señor, hemos localizado a los sobrevivientes. Se encuentran en una casa abandonada en los límites de la comuna - dijo Baltazar, uno de los generales de Darius.
- Bien. ¿Elifet estás seguro que estos anillos anularan el odio incontrolable de los perros? - dijo Darius mostrando el anillo en su mano, similar al que tenía Baltazar y el resto del grupo que se encontraba con él.
- Si mi Señor - respondió el portorriqueño.
- Está bien, quiero que acompañes a mis hombres y les ayudes. Baltazar recuerda que los necesitamos vivos -
- Si mi Señor - respondió.
- Perfecto, vamos a visitar a nuestro querido huésped, le alegraran mucho estas noticias. ¿No crees mi querida Camille? - dijo Darius con un tono de sarcasmo.
Baltazar junto a sus hombres se bajaron de las camionetas SUV frente a la casa abandonada donde se encontraban los sobrevivientes. Armados con subametralladoras uzi cargadas con balas de plata y pistolas con dardos tranquilizantes, rodearon el lugar. Los últimos miembros de la manada del Barrio Italia decidieron defenderse, sabían que transformados en crinos podrían ganar. Eran cinco contra ocho vampiros, solo bastaría con una mordida, pero al estar frente a los vampiros se sintieron mareados, torpes, no lograban envestir a sus enemigos. La brujería de Elifet había funcionado, los vampiros dispararon sus pistolas y los hombres lobos fueron cayendo sedados.
Solo Adrien, sin su anillo, no había logrado transformarse. Ya nada podía hacer solo le quedaba huir lejos, solo Paulus podría darle protección ahora.
- Y ese - dijo - uno de los vampiros señalándolo.
- Déjalo, de nada sirve con una sola mano. Pónganle las cadenas y súbanlos al furgón - dijo Baltazar ordenando la retirada.
Mientras tanto en la mansión de Darius.
- ¿Cómo se encuentra nuestro invitado? - dijo Darius dirigiéndose al prisionero encadenado con las gruesas cadenas de plata.
-Todavía no has dicho porque me tienes aquí - dijo el prisionero tratando de zafarse de las cadenas.
- Calma, no hay que perder la compostura - dijo Darius - verás, hace un tiempo mi querida amiga aquí presente me conto una historia sobre un hombre lobo que aterrorizo Londres. Lo interesante de la historia es la transformación, si una transformación bípeda de crinos y no como la de los sirvientes mi hermano, que parecen perros aullando. En fin, como ustedes siempre se esconden durante la luna llena, debía buscar una forma para iniciar la metamorfosis. Según mi amiga Camille fue un dolor muy grandes el que logro esta transformación, por ejemplo, la muerte de alguien muy importante, el amor de una vida, ese amor que solo ocurre cuando un perro como tu se imprima en otra persona. ¿Me sigues? -
El prisionero se retorció de odio. - ¿Pero porque? ¿Qué te he hecho yo? - dijo.
- No seas tan egocéntrico, no todo se trata de ti.- respondió Darius - mira, siempre he querido ser el gobernador de esta provincia. Actualmente hay un cobarde que no es capaz de hacer frente a los brujos o a las criaturas como tú. No puede existir una paz en la cual los vampiros nos tenemos que mantener al margen. En fin, tu mi amigo tendrás un papel importante en mi ascenso -
- Acaso crees que te voy a ayudar, después de todo lo que me has hecho - dijo el prisionero enfurecido.
- No hablemos de eso ahora, además tengo unas visitas que atender - dijo Darius saliendo de la habitación junto a Camille.
Mientras en los límites de la comuna
- Jean ese que va ahí es Adrien, el segundo de la manada del Barrio Italia - dijo Isobel.
(Continuará.... )