Voces en la oscuridad

Secretos Oscuros - El Rito

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Capítulo II. El Rito

Amaia como se llamaba la joven, era la hija de unos de los capataces. Trabaja en la casona pero vivía en el pueblo  al igual que el resto de los campesinos. Patrick le contó quién era, acerca de su investigación y lo que hacía en la plantación.

- Debe tener mucho cuidado señor Garrett, el capataz Lorenzo no es una buena persona. Se cuentan historias extrañas del - dijo Amaia.

- ¿Qué tipo de historias? - pregunto Patrick visiblemente interesado.

- Cuentan que trajo  a uno de los esclavos  de entre los muertos. Yo no sé mucho pero mi padre estaba ahí cuando ocurrió, él le puede contar.-

Amaia  invito a Patrick a su  casa para que conociera a su padre.

- Señor Patrick un gusto, Amaia me ha hablado bastante  de usted. Mi nombre es Gabriel, por favor pase - dijo el padre de Amaia.

- El gusto es mío Don Gabriel. Gracias por recibirme - respondió entrando a la casa.

Patrick volvió a contarle al padre de Amaia  lo que hacía en la plantación, también sobre el curso de su investigación. Le conto lo que había encontrado en el sótano de la casa del capataz Lorenzo y como creía que de alguna forma se relacionaba con el destino fatal del pobre José. A su vez, el padre de Amaia le contó  la historia del esclavo que revivió. 

- La verdad no es como la cuentan - comenzó  diciendo Don Gabriel - hace un tiempo atrás la peste azoto al pueblo, los esclavos y sirvientes de la plantación no sufrieron los estragos  debido a que permanecieron  aislados. Sin embargo,  uno de los esclavos que trabaja como sirviente vino al pueblo hacer un mandado contrayendo la letal enfermedad.

Inmediatamente fue aislado para no contagiar al resto.  La enfermedad no le daba tregua y cuando parecía que no había más remedio el capataz Lorenzo le preparo un tónico para aliviar los males. - continúo el padre de Amaia.

- ¿y que paso? - pregunto Patrick. 

- Algunos dicen que murió, que durante la noche se realizó un ceremonia donde el capataz Lorenzo practico un rito para devolverlo a la vida, pero no lo sé. Lo que se, es que al otro día el esclavo se encontraba nuevamente trabajando en la casa como si nada hubiera pasado - dijo Don Gabriel.

- ¿Aún trabaja en la hacienda? - inquirió Patrick.

- No señor Garrett, me temo que murió. Luego de unas semanas que anduvo con un comportamiento errático, tuvo  una riña en el pueblo. La gente decía que se encontraba como poseído. -

- Gracias Don Gabriel,  me ha ayudado bastante con mi investigación – dijo Patrick mientras se despedía.

- Tenga cuidado señor Garrett, aunque sean historias el capataz Lorenzo es una persona peligrosa - dijo Don Gabriel.

Durante la siguiente semana uno de los sirvientes de la casona cayó muy enfermo. Patrick recordó la historia que le contó el padre de Amaia. Así que decidió quedarse en la plantación luego de terminar las faenas,  mientras los campesinos volvían al pueblo. Al caer la noche, se escondió detrás de las barracas para poder observar mejor lo que estaba pasando. La escena era realmente pintoresca, los hombres ataviados con ropas blancas al igual que las mujeres, tocaban los tambores alrededor de un círculo formado por  sirvientes y esclavos, mientras las mujeres bailaban como si estuvieran poseídas alrededor de un poste de madera pintado de blanco con una especie de altar lleno de ofrendas de comida. En el suelo había una serie de dibujos hechos con harina de maíz. De pronto los tambores, junto con los bailes cesaron, entonces, un hombre vestido con una túnica blanca,  una máscara negra simulando una calavera y un largo bastón lleno de huesos que colgaban del extremo superior llego a la ceremonia.  Dos esclavos trajeron al sirviente enfermo en una camilla hecha de palos y cueros, dejándolo en el centro del círculo. Los tambores  volvieron a sonar. Un nuevo esclavo llego con un chivo acercándolo  al hombre de la máscara. Este pronunció unas palabras en creoles, saco un cuchillo  ceremonial   y corto el cuello del animal. Tomo una copa hecha de calabaza la llevo al cuello del animal llenándola de sangre, volvió a decir unas palabras  y bebió de la copa. Mientras los bailes comenzaron de nuevo, esta vez más eufóricos que antes. El hombre se dirigió donde se encontraba el enfermo unto sus dedos en la sangre e hizo una marca en la frente, luego diciendo unas nuevas palabras, metió sus dedos en su estómago, abriéndose pasa a través de su piel hasta introducir toda su mano. El sirviente  se estremecía  con el dolor. El hombre hizo unos movimientos comenzando a sacar su mano y junto con ella una serpiente. Corto la cabeza de la serpiente vertiendo el veneno en la copa y le dio de beber. El enfermo comenzó a tener espasmos, a temblar, los cantos de las mujeres se volvían gritos de excitación, el sirviente dio un grito ahogado  y exhalo por última vez. Los bailes cesaron  quedando todo en silencio. Los mismos esclavos que lo trajeron se lo llevaron a una de las barracas. El hombre de la máscara se acercó al animal que aún se encontraba agonizando, con el cuchillo extrajo su corazón guardándolo en una vasija de barro y se retiró.  Las mujeres comenzaron  a bailar nuevamente al ritmo frenético de los tambores. Dos sirvientes tomaron al animal para cocinarlo en ofrenda.

Patrick se dirigió a la barraca para ver al sirviente, todo lo que había presenciado  lo tenía estupefacto. El hombre se encontraba sobre una cama tapado,  se acercó levantó la sabana que lo cubría  y pudo observar que el hombre no respiraba.

En eso entraron dos esclavos y el hombre de la máscara. Patrick retrocedió.

-Señor Garrett, que gusto - dijo el hombre mientras se retiraba la máscara- lo estaba esperando.

Patrick no sabía cómo reaccionar al ver el rostro del hombre.

- Veo  que esta algo sorprendido, pensé que había adivinado que era yo, el que se ocultaba detrás de la máscara. ¿Acaso no fue  por eso que  vino? - dijo el hombre en tono burlón.

- Lorenzo!! - dijo Patrick- ¿Qué le hizo a este hombre?, está muerto.

- Para usted parecerá muerto  pero esta con los espíritus sanando - dijo el capataz.

- A mí no me engaña con todo esto, no sé qué piensen  los demás o cuales sean sus creencias, pero este hombre claramente está muerto.-

- Señor Garrett le recomiendo que se vaya ahora,  se encuentra demasiado exaltado y mañana debe trabajar temprano en la plantación. Ah y  le recomiendo que venga a visitar a su amiga a la casona, se llevará una sorpresa - dijo el capataz riendo.

Los dos esclavos condujeron a Patrick  hasta su caballo, un escalofrió recorrió su cuerpo, lo único que deseaba ahora era salir de ahí. Le dio un golpecito con los talones, en la panza del animal emprendiendo a todo galopé el viaje de regreso al pueblo. Llego a su alojamiento y se dirigió inmediatamente a su pieza trabando la puerta a su espalda. Esa noche si apenas pudo dormir, por su cabeza se repetían las imágenes de lo que había visto; al capataz con aquella mascara, al sirviente retorciéndose sobre la improvisada camilla, los bailes y canticos. Veía como el capataz se le acercaba, cortando su cuello con el cuchillo y bebiendo su sangre mientras reía. Despertó traspirando, se levantó al baño para tomar un vaso de agua fría. Comenzó a sentir una molestia en la garganta, algo que le picaba, comenzó a toser con mas y mas fuerza, sintió pavor que le pasara lo mismo que José, al mirarse al espejo una serie de moscas comenzaron a salir de su boca, mientras observaba que el capataz se le acercaba por la espalda con un cuchillo y cortaba su cuello. Despertó asustado, ya era de día ¿Qué diablos me está pasando? Se dijo.

No fue hasta el mediodía que se  dirigió a la plantación, al llegar  fue directo a las barracas, el sirviente ya no estaba. Se dirigió hacia el lugar donde se había llevado a cabo la ceremonia, pero tampoco había nada, entonces se dirigió a la casona, donde se encontró con Amaia.

- ¿Qué hace acá señor Garrett?, es muy peligroso que ande por aquí- dijo Amaia.

- Necesito saber que paso con el sirviente que estaba enfermo - respondió. 

El sirviente junto a los dos esclavos de la noche anterior, se le acercaron.

- Señor Garrett, ya vio lo que tenía que ver - le dijo el sirviente - será mejor que ahora se vaya y vuelva a su hogar -

Los dos esclavos se acercaron de manera amenazante, Patrick retrocedió, hizo un ademan de saludo y se fue. Volvió a su alojamiento,  tenía bastante información para comenzar a escribir. Debía ordenar las ideas. Era ya tarde cuando tocaron a su habitación, dejo de escribir por un momento para ir a atender, abrió la puerta pero no había nadie solo un paquete. Lo tomó, volvió a entrar al cuarto, se sirvió un vaso de ron, tomo un trago y lo abrió. Su cara se puso blanca, se le apretó el estómago devolviendo lo que había bebido. Tomó el paquete y bajo corriendo a la recepción.

- ¿Quién trajo esto? ¿Qué clase de broma es? - le dijo al recepcionista.

- Lo trajo un sirviente de la hacienda "Las Marías" - respondió.

Patrick sintió un mareo, toda la habitación le daba vueltas.

- Se siente bien - preguntó el recepcionista.

- Sí, sí. - dijo Patrick incorporándose.

Salió del lugar en dirección a la casa de Don Gabriel.

- Don Gabriel, que bueno que lo encuentro - dijo Patrick.

- Que le pasa porque esta tan alterado - respondió.

- Por esto - dijo Patrick mostrando el contenido del paquete.

- Pase por favor - dijo Don Gabriel - Amaia prepara un agua de yerbas para el señor Garrett, le ayudará a calmar los ánimos -

Patrick pasó al comedor, dejo el paquete sobre la mesa y sacó un muñeco del interior.

- No hay nada de qué preocuparse señor Garrett - dijo don Gabriel - es solo una advertencia -

- ¿Una advertencia? - dijo Patrick con incredulidad después de todo lo que había visto.

- Si - respondió don Gabriel - verá para que sea un muñeco real debe tener algo suyo, una prenda, un cabello, una gota de sangre. Luego los muñecos de hacen de arcilla y cenizas, este está hecho de barro. - explicó 

- ¿Pero como sabe todas estas cosas? - pregunto Patrick.

- Verá señor Garrett antes de ser capataz yo era houngan,  sacerdote vudú, en Haití. Luego de perder a mi esposa me vine con mi hija a Puerto Rico buscando una mejor vida en las plantaciones de café - respondió.

- Pero es que no es solo esto, Lorenzo se ha metido en mis sueños también - replicó Patrick - me temo que ayer vi algo que no debería haber visto - entonces comenzó a contarle todo lo ocurrido la noche anterior en la hacienda y su sueño extraño con el capataz.

- Cálmese, debe haber sido solo una ceremonia para agradecer a los loas, de ahí las ofrendas y los sueños nos mas que su inconsciente jugándole una mala pasada - don Gabriel se dirigió a una habitación del fondo y volvió con una pulsera - tome, este amuleto lo ayudará con sus  sueños, pero será mejor que se aleje de la hacienda ha visto demasiado, si Lorenzo lo dejó salir de ahí, no lo hará de nuevo -

Patrick se tomó el agua de yerbas que le trajo Amaia. Ya más tranquilo agradeció la hospitalidad de la familia y se dispuso a volver a donde se hospedaba. 

- Gracias don Gabriel - dijo levantándose para volver al hostal, mientras golpeaban la puerta.

Amaia se dirigió a ver quien era, cuando dos hombres vestidos de negros con máscara de calavera entraron a la fuerza empujando a la joven sobre el suelo. Don Gabriel fue al socorro de su hija. Patrick se abalanzó sobre uno de los hombres, entonces entró un tercero con las mismas vestimentas, golpeándolo en la cabeza con un palo. Lo tomaron entre dos y le pusieron un saco sobre su cabeza, Don Gabriel se incorporó para tratar de detenerlos, recibiendo un duro golpe dejándolo de rodillas en el suelo.

Los hombres salieron de la casa, tiraron a Patrick en la parte de atrás de una carreta y se marcharon.

Al despertar Patrick se encontraba amarrado en una camilla de madera, los tambores sonaban de fondo..

(Continuará...)

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